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Naturalismo e impresionismo
contemporáneo» de nuestra época, y tiene, incluso para gente que
está perfectamente convencida de sus imperfecciones artísticas, el
valor inestimable de ser una forma viva, preñada de futuro.
Desde sus mismos comienzos, Dickens fue el representante
del nuevo tipo de literatura progresista tanto artística como ideo
lógicamente; suscitó interés incluso cuando no agradaba, e incluso
cuando la gente encontraba que su evangelio social era todo menos
agradable, hallaba entretenidas sus novelas, Era, de todas maneras,
posibie separar su filosofía artística de su filosofía política. Trona
ba con inflamadas palabras contra los pecados de la sociedad, la fal
ta de corazón y el egoísmo de los ricos, la dureza y la incompren
sión de la ley, el trato cruel a los niños, las condiciones inhumanas
en las cárceles, fábricas y escuelas, en resumen, contra la falta de
consideración al individuo que es propia de todos los organismos
institucionales. Sus acusaciones resonaron en todos los oídos y lle
naron todos los corazones del sentimiento incómodo de una injus
ticia de la que era culpable el conjunto de la sociedad. Pero el gri
to de alarma y la satisfacción que siempre acompaña después de un
buen clamor no condujo a nada tangible. El mensaje social del au
tor quedó políticamente infructuoso, e incluso artísticamente su fi
lantropía produjo frutos muy mezclados. Profundizó su penetra
ción llena de simpatía en la psicología de sus caracteres, pero
produjo al mismo tiempo un sentimentalismo que ponía a su vi
sión en peligro de nublarse. Su benevolencia sin crítica, su cheery-
blism, su confianza en la capacidad de la caridad privada y en la
amabilidad del corazón de la clase pudiente para reparar los defec
tos de la sociedad, surgían, en último análisis, de su vaga concien
cia social, de su posición indecisa entre las clases, como pequeño-
burgués. Nunca fue capaz de sobreponerse a la impresión de haber
sido arrojado en su juventud de las filas de la burguesía y haber lle
gado al borde del proletariado; siempre sintió que había caído en
la escala social, o, mejor, que estuvo en peligro de caerl42. Era un
filántropo radical, un amigo del pueblo de mentalidad liberal, un
adversario apasionado del conservadurismo, pero en modo alguno
112 Cf. L. Cazamian, op. cit., I, págs. 209 sigs.
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