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Historia social de la literatura y el arte
novela que describe la lucha del proletariado por el pan cotidiano
un efecto que no tiene nada de convincente. Pero Dickens no pue
de desligarse de su infantil fe en la conciliabilidad de las clases. Se
acuna en la ilusión de que los sentimientos patriarcales y filantró
picos en una de las partes, y una conducta paciente y sacrificada en
la otra, podrían asegurar la paz social. Predica la renuncia a la fuer
za porque tiene por mayor mal la agitación y la revolución que la
sumisión y la explotación. Si una frase tan dura como la conocida
«mejor injusticia que desorden» no la dijo nunca, era sólo porque
era menos valiente y mucho menos claro consigo mismo que Goe
the. Transformó el egoísmo sano y nada sentimental de la antigua
burguesía en una filosofía de navidad, adulterada y dulzona, que
Taine caracteriza del mejor modo: «Sed buenos y amaos; el senti
miento del corazón es la única alegría verdadera... Dejad la ciencia
a los sabios, el orgullo a los elegantes, el lujo a los ricos...» l4?. Dic
kens no sabía cuán duro era el núcleo de este mensaje de amor y
cuán caro les hubiera resultado a los débiles atenerse a su paz. Pero
él lo presentía, y las íntimas contradicciones de su mentalidad se
reflejan de modo innegable en las graves alteraciones neuróticas
que le aquejaban. El mundo de este apóstol de la paz no era en
modo alguno un mundo pacífico e inofensivo. Su beato sentimen
talismo es muchas veces sólo la máscara de una terrible crueldad,
su humor es una sonrisa entre lágrimas, su buen humor lucha con
una larvada angustia ante la vida; bajo ios rasgos de sus figuras bo
nachonas se oculta una mueca, su decencia burguesa linda conti
nuamente con la criminalidad, el escenario de su viejo mundo al
modo tradicional es una trastera tenebrosa, su terrible vitalidad, su
alegría de la vida están a la sombra de la muerte, y su naturalismo
es una alucinación febril. Se descubre que este Victoriano aparente
mente tan decente, correcto y respetable es un surrealista desespe
rado, aquejado de sueños angustiosos.
Dickens es no sólo un representante de la vida real y del natu
ralismo en el arte, no sólo un perfecto maestro de los petits faits vrais,
sino precisamente el artista al que la literatura inglesa debe ios más
117 Taine, Hist. de la litt. avglaise, 1864, IV, pág. 66,