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Historia social  de la  literatura y  el  arte







                      sino  servidores  de  cuyos  servicios  se  puede  prescindir  incluso  en


                      determinadas  circunstancias.  Los  soportaba  más  por  razones  de



                      prestigio que  en  consideración  al  verdadero  valor de  sus  obras.  La


                      lectura de libros  no era a finales del siglo  XVII  un placer muy ex­


                      tendido; de la literatura no religiosa, que consistía en gran parre en



                      historias  de  amor  y  de  prodigios  pasados  de  moda,  no  podía  ocu­


                      parse  sino  la  gente  noble  y  desocupada,  y  los  libros  científicos  no


                      eran  leídos  más  que  por  los  eruditos.  La  educación  literaria  de  la


                      mujer, que en el  siglo siguiente había de desempeñar un papel  tan



                      importante,  era  todavía  muy  imperfecta.  Sabemos,  por  ejemplo,


                      que la hija mayor de Milton no sabía escribir en absoluto, y que la


                      mujer de  Dryden,  que por otra parte  procedía de  una  noble fami­



                      lia,  luchaba desesperadamente por dominar la gramática y la orto­


                      grafía de su lengua materna 4L


                                El único género de libros que en el siglo XVII y principios del



                      XVIII  tenía un público más amplio era la literatura de edificación


                      religiosa;  la literatura de diversión profana formaba sólo una parte


                      insignificante de la producción 4(5.  El paso del público lector de los


                      libros devotos a la amena literatura profana, que por otra parte has­



                      ta  1720 aproximadamente trataba principalmente temas morales y


                      sólo  más  tarde  comenzó a  volverse  a más  triviales  motivos,  puede


                      sólo  indirectamente  -a  pesar  de  la  hipótesis  de  Schoffler  47-  atri­


                      buirse  a  la  politización  de  la  Iglesia por  Walpole  y  a  la  actividad



                      ilustrada del  clero anglicano.  La política liberal  y  la actitud  m un­


                     dana  del  alto  clero  eran  simplemente  síntomas  de  la  Ilustración,


                      que, a su vez,  no era otra cosa que la expresión ideológica de la di­



                      solución del  feudalismo y de la arribada de las clases medias.  Pero


                      la demostración de que el clero protestante desempeñó tan impor­


                      tante 48 papel en  la difusión de la literatura profana y en la educa­


                     ción  del  nuevo  público  lector  es,  sin  embargo,  uno  de  los  frutos



                      más importantes de la nueva sociología de la literatura. Sin la pro­







                               45  Alexandre  Beijame, Le Public et las ho?nmes de lettres en Artgleterre au XVIII* stecle,

                     1881, pág.  122.

                               46 H.  Schoffler, op.  cit.,  págs.  187-188.


                               47 Ibid.,  pág.  192.

                               w Ibid.,  págs.  59,  151  sigs.  y passim,





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