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Rococó,  clasicismo y  romanticismo







                    crueles.  Apenas se puede  imaginar nada más opuesto al filantrópi­



                    co  Robinson  que  esta  segunda  gran  «novela  para  jóvenes»,  cuya


                    crueldad sólo es superada tal vez por Don Quijote, el tercer ejemplo


                    clásico  del  género.  A  pesar  de  esto,  hay  determinados  rasgos  que



                    son  comunes  a  Gulliver y  a  Robinson.  Sobre  todo,  ambas  obras  tie­


                    nen  su  origen  históricoliterario  en  aquellas  fantásticas  novelas  de


                    viajes  y  utópicas  historias  maravillosas,  tan  del gusto del  Renaci­


                    miento, cuyos  representantes  más conocidos son Cyrano de Berge-



                    rac,  Campanella y Thomas More.  Pero,  además,  giran  también  en


                    torno  a  los  mismos  problemas  filosóficos,  es  decir  en  torno  a  la


                    cuestión del origen y el valor de la cultura humana. Sólo en un pe­



                    ríodo  en  el  que  los  fundamentos  sociales  de  la  civilización  se  han


                    vuelto  vacilantes  pueden  estos  problemas  ser  tan  trascendentales


                    como  lo  eran para  Defoe y  Swift,  y  sólo  bajo  la presión inmediata



                    de un cambio de clase en la dirección de la cultura era posible for­


                    mular de manera tan aguda la idea del condicionamiento social de


                     las distintas civilizaciones,  como entonces  ocurre.


                               Con  el  desarrollo  de  la  propaganda  política  en  la  literatura



                    cambia  de  raíz  la  situación  económica  y  social  de  los  escritores.


                    Ahora que son  recompensados por  sus servicios con  altos cargos  y


                    cuantiosas gratificaciones, crece también su estimación moral a los



                    ojos  del  público.  Addison  se  casa  con  una  condesa  de  Warwick,


                    Swift  mantiene  amistosas  relaciones  con personalidades  como Bo-


                     lingbroke y Harley, y en el  Kitcat Club  un conde de Sunderland y



                    un duque de  Newcastle alternan con  Vanbrugh  y Congreve como


                    con  sus iguales.  Pero no debe olvidarse que a estos escritores  se les


                    valora y recompensa única y exclusivamente por sus servicios polí­


                    ticos y no por sus cualidades literarias o morales52. Y desde que los



                    políticos  tienen a su disposición  los medios de recompensa -sobre


                    todo  los  altos  cargos-,  los  partidos  y  el  gobierno ocupan  en  la  li­


                    teratura la posición que antaño ocupaban  las  camarillas  cortesanas



                    y el rey.  Simplemente, el precio que pagan es mayor y el honor que


                    confieren a sus autores es más alto que la recompensa que antes se


                    hacía llegar a un escritor.  Locke es comisario del Tribunal de Ape­








                              5J Leslie Stephen, Engl.  Lh.  andSociety in the  18th century,  1940, pág.  42,





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