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Historia social  de  la  literatura y  el  arte







             cuales se sientan aseguradas o alarmadas en su propia esfera de exis­



             tencia. Toman interés en lo artísticamente valioso con tal de que les


             sea presentado de forma acomodada a su mentalidad, esto es, con tal


             de que el tema sea atractivo. Las probabilidades de éxito de una bue­


             na película son  desde este punto  de vista  mejores  desde  un princi­



             pio que las de una buena pintura o un poema. Porque, aparte del cine,


             el arte progresista es un libro casi cerrado hoy para los no iniciados;


             es  intrínsecamente  impopular porque sus  medios de comunicación



             se han transformado, en el curso de un largo y autónomo desarrollo,


             en  una  especie  de  cifra  secreta,  mientras  que  aprender  el  lenguaje


             del cine que se iba desarrollando era un juego de niños hasta para el



             más primitivo público de cine.


                       De esta feliz circunstancia podría uno sentirse inclinado a ex­


             traer, conclusiones optimistas sobre el futuro del cine, si uno no su­


             piera que aquella especie de concordia intelectual  no es  más que el



             estado de infancia paradisíaca, y se repite probablemente tan a me­


             nudo como surgen artes nuevas.  Quizá todos  los medios cinemato­


             gráficos de expresión no sean ya inteligibles en la próxima genera­



             ción,  y ciertamente más pronto o más  tarde surgirá el  abismo que


             incluso en este campo separe al lego del entendido. Sólo un arte jo­


             ven  puede  ser popular,  porque,  tan  pronto  como  se  hace  viejo,  es


             necesario,  para  comprenderlo,  estar  familiarizado  con  los  estados



             anteriores de su evolución.  Entender un arte significa ver la vincu­


             lación  necesaria  entre  sus  elementos  formales  y  materiales.  Mien­


             tras  un arte es  joven  hay  una relación  natural  y  sin problemas  en­



             tre su contenido y sus medios de expresión, es decir hay un camino


             directo que va de su tema a sus formas.  En el curso del tiempo,  es­


             tas formas  se  hacen  independientes del material  temático, se vuel­


             ven autónomas,  más pobres en  significación  y  más difíciles de  in­



             terpretar,  hasta  que  resultan  accesibles  sólo  a  un  estrato  muy


             pequeño del público. En el cine este proceso apenas ha comenzado,


             y muchos de los que van al cine aún pertenecen a la generación de



             los  que vieron  su  nacimiento  y  atestiguaron  la plena significación


             de sus formas.  Pero el proceso de extrañamiento se percibe ya en el


             abandono  por  los  directores  del  día  de  la mayoría de  los  llamados


             medios de expresión  «cinematográficos». Los efectos antaño tan fa-






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