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Bajo  el  signo del  cine








                     vori tos  producidos  por  diferentes  ángulos  de  la  cámara y  por  ma­


                     niobras que cambian las distancias y las velocidades, por los trucos


                     de montaje y copia,  los primeros planos y las panorámicas, los cor­



                     tes y los flash-backs parecen afectados e innaturales  hoy porque  los


                     directores y  los operadores concentran su atención,, bajo  la presión


                     de una generación ya con menor mentalidad cinematográfica, en la


                     narración clara, suave y emocionante de la historia y creen que pue­



                     den  aprender  más  de  los  maestros  de  la piece  bien faite  que  de  los


                     maestros del  cine mudo.


                               Es inconcebible que en el presente estadio de desarrollo cultural



                     un arte pueda comenzar desde el principio, aun cuando, como el cine,


                     tenga a su disposición medios completamente nuevos. Incluso la tra­


                     ma más sencilla tiene una historia e implica ciertas fórmulas épicas y


                     dramáticas de los períodos anteriores de literatura.  El cine, cuyo pú­



                     blico  está en el  nivel medio del pequeñoburgués,  coma en préstamo


                     estas fórmulas a la novela ligera de la clase alta y entretiene al públi­


                     co de hoy con los efectos dramáticos de ayer.  La producción cinema­



                     tográfica debe sus mayores éxitos a la comprobación de que la mente


                     del pequeñoburgués es el punto de encuentro psicológico de las ma­


                     sas.  La categoría psicológica de este tipo humano tiene, sin embargo,


                     una dimensión más amplia que la categoría sociológica de la auténti­



                     ca burguesía; abarca fragmentos tanto de las clases superiores como de


                     las  inferiores,  es  decir los muy  considerables elementos que,  cuando


                     no están comprometidos en una lucha directa por su existencia, unen



                    sus fuerzss sin reserva alguna a la burguesía, sobre todo en materia de


                    diversiones.  El público de masas del  cine es el producto de este pro­


                    ceso igualador, y si el cine ha de ser provechoso, ha de basarse en aque­


                     lla clase de la que procede la nivelación intelectual.



                               La  clase  media,  especialmente  desde  que  la  «nueva  burgue­


                    sía», con su ejército de  «empleados», funcionarios civiles menores


                     y  empleados  privados,  viajantes  de  comercio  y  dependientes  de



                     tienda,  ha  llegado  a  existir,  se  ha  acomodado  «entre  las  clases»  y


                     siempre ha sido utilizada para llenar los vacíos entre ellas26.  Siem­








                               26  Cf.  Emil  Lederer-Jákob  Marschak,  Der  neue  M ittehtand\  en  Grundriss  der So-

                    zialokonomik,  IX,  1,  1926, págs.  121  sigs.






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