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Rococó, clasicismo y  romanticismo








                 es, al menos en parte, una consecuencia del número creciente de es­


                 critores,  de  su dependencia  inmediata  del  mercado  de  libros  y  de



                 la competencia que han de sostener  entre sí,  lo mismo que el mo­


                 vimiento romántico, sobre  todo como expresión del  nuevo y enfá-


                 t ico sentido burgués de la vida, es el  producto de una rivalidad es­



                 piritual  y  un  medio  en  la  lucha  de  la  burguesía  contra  la


                 mentalidad  de  la aristocracia,  clasicista y  tendente a  lo  normativo


                 y a lo universalmente válido. Hasta ahora la clase media había pre-


                 icndido  apropiarse  del  lenguaje  artístico  de  las  ciases  superiores;



                 ahora,  por  el  contrario,  cuando  se  ha  vuelto  tan  rica  e  influyente


                 que puede hacer una literatura propia, quiere oponer a estas clases


                 su  propia peculiaridad  y  hablar su propio  lenguaje,  que,  por pura



                 oposición  al  intelectualismo  de  la  aristocracia,  pasa  a  ser  un  len­


                 guaje  de  tonos  sensibleros.  La  rebelión  del  sentimiento  contra  la


                 Frialdad  de  la  inteligencia,  lo  mismo  que  la  insurrección  del  «ge­


                 nio»  contra la opresión de las  reglas y las fórmulas, pertenecen a la



                 ideología de las ambiciosas y progresivas clases en su  lucha contra


                 el  espíritu  del  conservadurismo  y  de  los  convencionalismos.  La


                 aparición de la moderna burguesía,  lo mismo que  la de los ?niniste-



                 riales  en  la  Edad  Media,  está  relacionada  con  un  movimiento  ro­


                 mántico;  la redistribución  de  los  poderes  sociales  conduce en  am­


                 bos casos a la disolución  de los  lazos formales y hace madurar una


                 exacerbación de la sensibilidad.



                           El paso de  la cultura intelectualista del clasicismo a la cultu­


                 ra  emocional  del  romanticismo  ha  sido  descrito  frecuentemente


                 como un cambio de  gusto en el  que, como se ha dicho, encuentra



                 expresión  el  aburrimiento de  los  círculos  distinguidos  por  el  arte


                 refinado y  decadente  de  la época.  En  contra de  esta  concepción  se


                 ha  señalado  acertadamente  que  el  mero  deseo  de  novedades  de­


                 sempeña un papel relativamente pequeño en el cambio de los esti­



                 los,  y que  cuanto más vieja y desarrollada está  una tradición en el


                 gusto, tanto menos muestra de por sí inclinación a un cambio.  Por


                 lo  tanto,  un  nuevo estilo  consigue  imponerse  con  dificultad  si  no



                 se dirige a un público nuevo 61. La aristocracia del siglo XVIII hu­







                           61  L.  L. Schücking, op.  cit.,  págs.  62  sigs.





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