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Rococó,  clasicismo y  romanticismo







                   no, ni  siquiera los novelistas franceses quieren ya caer en el descré­


                   dito  de  la  frivolidad;  lo que  el  público  busca ahora  es  la  alabanza



                   de la virtud y la condenación del vicio.  El mismo Rousseau tal vez


                   no  habría  concedido en  sus  obras  tanto  espacio a  las  prédicas  mo­


                   ralizantes si  no hubiera sabido que Richardson debía gran parte de



                   su  éxito a semejantes  digresiones69.


                             Pero si la inclinación al  individualismo, al emocionalismo y a


                   la moralidad  se  encontraba  en  cierto  modo en  la  naturaleza  de  la


                   mentalidad  burguesa,  de  todos  modos  la  literatura  prerromántica



                   provocó  la  aparición  de  peculiaridades  que  no  eran  propias  de  su


                   antigua disposición;  sobre  todo,  la propensión  a  la melancolía,  en


                   contradicción con el antiguo optimismo burgués, la tendencia ele­



                   giaca  e,  incluso,  el pesimismo decidido.  La explicación  de este  fe­


                   nómeno  no  puede  buscarse  de  nuevo en  un espontáneo  cambio  de


                   mentalidad,  sino en  desplazamientos  y  reestratificaciones  sociales.


                   Los  portadores  del  movimiento  romántico,  sobre  todo,  no  son  ya



                   los mismos elementos de la burguesía que en la primera mitad del


                   siglo  formaban  el  contingente  burgués  del  público  lector.  Son  es­


                   tratos  más  bajos,  que ahora  toman  la palabra,  los  cuales  no  tienen



                   contacto alguno con la aristocracia y poseen menos motivos para el


                   optimismo que la burguesía, que pertenece a las clases económica­


                   mente  privilegiadas.  Pero  también  el  antiguo  público  iector,  la


                   burguesía  mezclada con  la nobleza,  ha cambiado en  su actitud  es­



                   piritual.  Su  complejo de triunfo,  su  confianza,  su  seguridad  en  sí


                   mismo,  que  eran  ilimitados  en  tiempos  de  sus  primeros  triunfos,


                   se apaciguan y se volatilizan. Se acostumbra a la posesión del pues­



                   to  que  ha ganado,  comienza a  ser  consciente  de  lo que  se  le  niega


                   y se siente quizá  también ya amenazado por las aspiraciones de las


                   clases inferiores, que se esfuerzan en ascender. La miseria de los ex­


                   plotados  tiene,  en  todo  caso,  un  efecto  inquietante  y  depresivo.



                   Una profunda  melancolía  se  apodera de  las  almas;  se  ve por  todas


                   partes el  lado sombrío y  la  insuficiencia de la existencia;  la muer­


                   te, la noche,  la soledad,  la nostalgia de un mundo lejano, descono­



                   cido, apartado del presente, se convierten en el motivo principal de







                            69 Daniel Mornet, La Nouvelle Héloi'se de J.~J.  Rousseau,  1943» págs.  43-44.





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