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Rococó, clasicismo y romanticismo
inal y creciente desarrollo de los medios expresivos. Su relación con
la naturaleza tiene simplemente distintas premisas morales que las
de sus predecesores. La naturaleza es también para ellos la expre
sión de la idea divina, y la interpretan todavía de acuerdo con el
principio del Deus sive natura. Una actitud más inmediata
y más desprovista de prejuicios frente al cosmos no existe hasta el
siglo XIX,
Pero la generación del prerromanticismo, en contraste con los
períodos precedentes, vive ya la naturaleza como manifestación de
poderes éticos, de acuerdo con los conceptos morales humanos. Las
horas del día y las estaciones del año, la tranquila noche de luna y
la tormenta rugiente, el misterioso paisaje montañoso y ei mar in
sondable: todo esto tiene para ellos la significación de un magnífi
co drama, de un espectáculo que traduce los cambios del destino
humano a gran escala. La naturaleza ocupa ahora, en la poesía so
bre todo, un espacio mucho mayor que hasta entonces, y el ro
manticismo inaugura también con esto el camino de una nueva
evolución frente al clasicismo, el cual se reducía a la mera huma
nidad; pero no significa todavía una ruptura con el antropocentris-
mo de la antigua poesía, sino la transición del humanismo de la
Ilustración al naturalismo del presente. El carácter heterogéneo de
la concepción de la naturaleza prerromántica se manifiesta también
en los jardines ingleses, el gran símbolo de la época, que reúnen en
sí características perfectamente naturales y completamente artifi
ciales. Son la protesta contra todo lo recto, lo rígido, lo geométri
co, y una profesión de fe en lo orgánico, irregular y pintoresco.
Pero con sus colinas artificiales, sus grupos de árboles, sus estan
ques, sus islas, sus puentes, sus grutas y sus ruinas el jardín inglés
representa una creación tan artificial como el parque francés, sin
otra diferencia que la de regirse por diferentes reglas del gusto.
Cuán lejos, por otra parte, se encuentran estas gentes de una re
pulsa inequívoca del clasicismo lo demuestra del modo más expre
sivo el hecho de que los mismos artistas que proyectan románticos
jardines pintorescos siguen la dirección manierista de Palladio
cuando tienen que construir palacios. El estilo goticista que surge
ahora se emplea sólo en construcciones de menor significación, vi-
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