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Historia social de la literatura y el arte
la poesía, y ésta se entrega a la borrachera del dolor como se había
entregado al deleite del sentimentalismo.
La literatura burguesa tenía en la primera mitad del siglo un
carácter totalmente práctico-realista; estaba sostenida por un salu
dable sentido común y llena de amor a la realidad inmediata. Des
pués de mediados de siglo se apoya de repente en una mera fuga,
sobre todo en la tentativa de huir desde el estricto racionalismo y
la lucidez hacia el emocionalismo irresponsable, desde la cultura
y la civilización hacia el libre estado natural, y desde el inequívo
co presente hacia el pasado interpretable a capricho. Spengler se
ñalaba una vez cuán singular y sin ejemplo ha sido el cuito a las
ruinas en el siglo XVIII 70; pero tan singular fue también la nos
talgia de los hombes cultos por el estado de naturaleza primitiva,
e igualmente sin ejemplo era la suicida autodisolución de la razón
en el caos del sentimiento, tendencias todas perceptibles ya en la
literatura inglesa antes de la aparición de Rousseau. En contraste
con la nostalgia del pasado histórico, que fue un producto del ro
manticismo, la nostalgia de la naturaleza como refugio ante el con
vencionalismo de la civilización tiene una larga historia anterior.
Apareció repentinamente, como sabemos, en forma de bucolismo
en la cumbre de las culturas ciudadanas y cortesanas, y ello con
independencia del naturalismo como dirección estilística del arte,
y a menudo incluso en oposición a él. El amor a la naturaleza tie
ne, también en el siglo XVIII, todavía un carácter más moral que
estético, y no guarda prácticamente relación alguna con los poste
riores intereses naturalistas por la realidad. Para los poetas del pre-
rromanticismo, entre el hombre honrado y simple, que vive en mo
destas condiciones burguesas, y que ahora en literatura -en
Goldsmith entre otros- aparece por vez primera como prototipo, y
la «inocencia de la naturaleza» existe una inmediata relación ideal;
ellos consideran la naturaleza campestre como el fondo más ade
cuado y armónico para la actividad y la pasividad de tales hombres.
Pero ni ven ia naturaleza más exactamente, ni entran, en sus des
cripciones, en rasgos más íntimos de lo que correspondería al ñor-
<J Oswald Spengler, Der Untergang des Abendlandes, I, 1918, págs. 362-363* (Ed.
cast., La decadencia de Occidente.)
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