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Historia social  de  la literatura y el  arte








                   y lo extraordinario porque es un estímulo para los nervios.  De esta


                   necesidad  surgen  las  primeras  historias  terroríficas  y  las  primeras



                   novelas  «históricas»,  con  su  atmósfera  misteriosa  llena  del  falso


                  pathos  de  la  historia.  Todo  esto  significa  un  descenso  de  nivel  y


                   anuncia el  principio de  una decadencia.  La cultura artística del  si­


                   glo XIX es en muchos aspectos superior a la del XVIII, pero mues­



                   tra  un  defecto  desconocido  en  tiempos  del  rococó;  carece  de  los


                   criterios estéticos seguros y equilibrados, aunque no siempre flexi­


                   bles,  del  arte  cortesano.  Naturalmente,  antes  del  movimiento  ro­



                   mántico había ya producciones  artísticas  débiles  e  insignificantes,


                  pero todo  lo que  no era mero diletantismo tenía un cierto nivel,  y


                  ni surgían  obras  literarias  que  tuvieran  algo  en  común  con  la psi­


                  cología  barata  y  el  sentimentalismo  cursi  de  la  literatura  amena



                  posterior, ni  obras de las artes plásticas afectadas de la falta de gus­


                  to del  neogótico.  Estos  fenómenos  no entran  en  escena sino con el


                  paso de  la dirección  intelectual  de los estratos superiores  a  la clase



                  media, aunque no siempre surgen en  las clases  inferiores.


                            Por  otra  parte,  en  el  enjuiciamiento  de  un  cambio  como  el


                  presente los criterios de  mero gusto demuestran ser demasiado es­


                  trechos y estériles para subsistir. El «buen gusto» es no sólo un con­



                  cepto histórico y sociológicamente relativo; también como catego­


                  ría de valoración estética tiene una vigencia limitada.  Las  lágrimas


                 que se derraman en el siglo XVIII ante las novelas, las obras de tea­



                  tro  y  las  composiciones  musicales  son  no  solamente  signo  de  un


                 cambio de gusto y de  un desplazamiento del valor desde  lo exqui­


                 sito y  lo discreto  hacia lo drástico y  lo llamativo,  sino que signifi­


                 can  al  mismo  tiempo  el  comienzo  de  una  nueva  fase  en  la  evolu­



                 ción de aquella sensibilidad  occidental  cuyo primer  triunfo fue  el


                 gótico y cuyo punto culminante será el arte del siglo XIX. Este cam­


                 bio  significa  una  ruptura  con  el  pasado  mucho  más  radical  que



                 la misma Ilustración, la cual, efectivamente, representa solamente la


                 continuación  y  el  perfeccionamiento  de  una  evolución  en  marcha


                 desde finales de la Edad Media.  Frente a un fenómeno como el co­


                 mienzo  de  esta  nueva  cultura  del  sentimiento,  que  conduce  a  un



                 concepto completamente nuevo de lo poético, caen los meros crite­


                 rios de gusto.  «La poésie veut queique chose d ’énorme et sauvage»,






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