Page 79 - Hauser
P. 79

Historia  social  de  la  literatura  y  el  arte







                    cultura racionalista de la Ilustración, y en el que la oposición a ella


                    a  menudo  era  sólo  latente,  tomó  en  Rousseau  el  carácter  de  una



                    abierta  rebelión.  Su  «¡Volvamos  a  la  naturaleza!»  tenía  en  último


                    término un único motivo:  fortalecer la oposición contra una evolu­


                    ción que había conducido a la desigualdad  social.  Se volvía  contra


                    la  razón  porque  en  el  desarrollo  de  la  inteligencia veía  también  el



                    del  proceso de segregación  social.


                              El  primitivismo  rousseauniano era sólo una variante del  ideal


                    arcádico  y  una  forma  de  aquellos  sueños  de  redención  que  se  en­



                    cuentran  en  todos  los  tiempos  de  culturas  gastadas 79,  pero  en


                    Rousseau,  «el malestar en la cultura», que habían sentido antes que


                   él muchas generaciones, se hizo consciente por primera vez, y él fue


                   el primero en desarrollar, a partir de este fastidio de la cultura,  una



                   filosofía de la historia.  La verdadera originalidad de Rousseau con­


                   siste  en  su tesis,  monstruosa para el  humanismo de  la  Ilustración,


                   de  que  el  hombre  civilizado  es  un  fenómeno  de  degeneración,  de



                   que toda la historia de la civilización es una traición al destino ori­


                   ginal de  la humanidad, y de que también  la doctrina fundamental


                   de  la  Ilustración,  la  fe en  el  progreso,  demuestra,  en  una conside­


                   ración más detallada, ser una superstición. Semejante subversión de



                   valores podía surgir solamente en  un  cambio radical de la orienta­


                   ción social, y sólo así puede explicarse el hecho de que las clases re­


                   presentadas por Rousseau no consideren ya posible combatir la ar-



                   tificiosidad  y  el  convencionalismo  de  la  cultura  cortesana con  los


                   medios de  la Ilustración y  busquen armas  que no procedan del  ar­


                   senal  intelectual de sus enemigos.  En  la crítica que Rousseau  hace


                   de  la  cultura  del  rococó  y  de  la  Ilustración,  en  el  desenmascara­



                   miento  de su  formalismo  mecánico  y  frecuentemente sin  alma,  al


                   que él opone la idea de la espontaneidad y de lo orgánico, no se ex­


                   presaba sólo, sin embargo, la conciencia de la crisis cultural en que



                   se encontraba Occidente  ya desde  la decadencia de  la  unidad  cris­


                   tiana medieval, sino también el concepto moderno de la cultura en


                  general,  que  implicaba  el  antagonismo de espíritu y  forma,  de  es­


                  pontaneidad  y  tradición,  de  naturaleza  e  historia.  El  descu­








                            79 Cf.  Irving  Babbitt,  Rousseau and Romanticism.  1919, págs.  75  sigs.





                                                                                      84
   74   75   76   77   78   79   80   81   82   83   84