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Rococó, clasicismo y romanticismo
,
dice ya D iderot7H y aunque este salvajismo y esta audacia no se rea
lizan inmediatamente, sin embargo están ante los ojos del poeta
como ideal artístico, como exigencia imperativa de conmover, de
subyugar, de trastornar y desgarrar los corazones. El «mal gusto»
del prerromanticismo constituye el origen de una evolución que en
parte corresponde a lo más valioso del arte del siglo XIX. La im
petuosidad de Balzac, la complejidad de Stendhal, ia sensibilidad
de Baudelaire son incomprensibles sin ella, lo mismo que el sen
sualismo de Wagner, el espiritualismo de Dostoievski y la neuras
tenia de Proust.
Las tendencias románticas que aparecen en Ricbardson reci
bieron por vez primera de manos de Rousseau categoría europea y
forma universalmente válida y de aplicación general. El irraciona-
lismo, que pudo imponerse en Inglaterra sólo poco a poco, alcanzó
más amplia difusión en los demás países por medio de un suizo al
que Madame de Stael calificaba con toda razón de representante del
espíritu nórdico, es decir alemán, en 1a literatura francesa. Las na
ciones del Occidente europeo estaban tan profundamente impreg
nadas de las ideas de la Ilustración, de su racionalismo y de su ma
terialismo, que el movimiento sentimentalista y espiritualista
tropezó en ellas al principio con una enérgica oposición, e incluso
en hombres como Fielding, que después de todo representaba a la
misma clase media que Richardson, encontró un implacable ene
migo. Rousseau se acercó a los problemas de su tiempo con m u
chos menos prejuicios que los representantes intelectuales del Oc
cidente ilustrado. Él no sólo pertenecía a la pequeña burguesía
relativamente desprovista de tradición, sino que era también un
desarraigado que nunca se había sentido ligado a los convenciona
lismos de esta clase social. Estos convencionalismos eran además,
en Suiza, más independientes de la vida cortesana y menos influi
da por la aristocracia, más elásticos que en Francia o en Inglaterra.
El emocionalismo, que en Richardson y en los otros representantes
del prerromanticismo inglés no siempre estaba dirigido contra la
7HDiderot, De la poésie drama ti que. Oeuvres compL Ed. J. Assézar, 1875-1877, Vil,
pág. 371,
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