Page 53 - Los caminos de Virginia
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también. Luego de contemplar la naturaleza en su conjunto exclama: “¡Pobre loco, tú que lo
consideras todo tan poca cosa porque eres tan pequeño!”. Werther expresa así la
preocupación por el hombre común que ha perdido la apreciación de lo simple. Quien sí la
logra apreciar, y esto lo parece mostrar Goethe a través de Werther, el pintor, es el artista y
el poeta. Octavio Paz explica en qué consiste el sentimiento del poeta en el momento de
enfrentarse a la grandeza de la naturaleza:
El horror sagrado brota de la extrañeza radical. El asombro produce una suerte de disminución del yo. Ese
hombre se siente pequeño, perdido en la inmensidad, apenas se ve sólo. La sensación de pequeñez puede
llegar a la afirmación de la miseria: el hombre no es sino “polvo y ceniza”. Schleiermacher llama a este estado
“sentimiento de dependencia”. Una diferencia cualitativa separa esta “dependencia” de las otras. Nuestra
dependencia de un superior o de una circunstancia cualquiera es relativa y cesa apenas desaparece su agente;
nuestra dependencia de Dios es absoluta y permanente: nace con nuestro mismo nacimiento y no termina
nunca, ni siquiera después de la muerte. Esta dependencia es algo “original y fundamental del espíritu, algo
que no es definible sino por sí mismo. Lo sagrado se obtiene así por inferencia: del sentimiento de mí mismo,
del sentirme dependiente de algo, brota la noción de la divinidad. (142)
Así pues, lo que acá se manifiesta es la sublimación de la naturaleza como un acto
subversivo contra la modernidad. Recordemos que Werther escapa de la ciudad porque la
considera desagradable, y en contraste considera que en torno a ella hay una inefable
hermosura de la naturaleza, pero más allá de esta belleza Werther pretende encontrar en
este entorno respuestas que en la ciudad se le velan o que en la ciudad considera imposible
encontrar.
Además, la sublimación de la naturaleza le agrega un valor al objeto que la ciencia, esa
religión moderna, no le otorga; por el contrario, somete al objeto y le sustrae su valor real.
Esto lo hace notar Ospina en este fragmento de la “Oración de Albert Einstein”.
Nunca verá el astrónomo
que mira el arco de la medialuna
el sobrehumano rostro que esa luna diadema
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