Page 57 - Los caminos de Virginia
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¿No es este  el estado del Einstein de  Ospina cuando lo asombra el que “el agua no  se

                  incendie aunque asile  en su rostro sereno las  hogueras” (2010, 265) o cuando mira la

                  eternidad  en la noche  y dice “Sé que  esta luz es más vieja que  el mundo/ Que  estas

                  constelaciones son como un plano fósil/ de lo que fue hace siglos el firmamento?” (2010,

                  65). Este asombro  se evidencia  de igual manera en el personaje-músico del poema El

                  director de orquesta en el cual enumera una serie de preguntas que sugieren el enigma y la

                  paradoja de la naturaleza. Hay una tentativa del Einstein de Ospina en el instante de su

                  asombro. Sólo queda el viaje a “la otra orilla”, aquello que está al otro lado del velo de Maya.

                  Esta “otra orilla” tal vez sea la afirmación del Deus sive natura de Spinoza, un dios que es la

                  naturaleza y que se  manifiesta a través de la  naturaleza.  Ese  Dios que es substancia,

                  pensamiento y  extensión y que abarca el universo infinito.  O  tal vez esté pensando en

                  Brahma, aquella divinidad hindú que es lo absoluto, que se encuentra en todo el universo,

                  que es la esencia de todo, que transciende a todo, que es inmanente y causa eficiente del

                  cosmos. En el caso del Einstein de Ospina, las estrellas y el silencio son las manifestaciones

                  de la divinidad a quienes  se dirige. Al silencio le pide que su corazón gobierne su

                  pensamiento, y en las noches pide perdón a las estrellas.



                  El poema  “Diálogo de dos extranjeros que  toman café  en un salón de Berkeley”  es una

                  referencia directa a un diálogo real entre Rabindranath Tagore y el profesor Albert Einstein,

                  que se llevó a cabo en la tarde del 14 de julio de 1930, en la residencia del profesor Einstein

                  en Kaputh, Berlín, y que registraría y publicaría por primera vez la revista Modern Review

                  de  Calcuta en 1931. La  revista tituló el artículo  y el diálogo “Naturaleza de la realidad”.

                  Ospina, en toda su plena libertad artística, modifica el diálogo y pone en boca de Einstein

                  un discurso que en el diálogo original no aparece. Aún más, el diálogo que propone Ospina

                  toma una dirección y un enfoque diferentes  a los publicados  en  el Modern Review. El

                  diálogo de la revista, si bien se toca el tema de la belleza, centra su preocupación en el tema

                  de la realidad; por su parte, el diálogo de ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el



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