Page 54 - Los caminos de Virginia
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o esos pies de una virgen que la huellan.
                  Es tan sincero el mundo

                  Que ni una piedra olvida tener sombra. (2010, 264)


                  Nótese cómo Ospina quiere mostrar en el anterior fragmento la separación de su personaje

                  de su radical fe en la ciencia e imagina una ligación y reconciliación con la sencillez de la

                  Naturaleza. En su ensayo “Los cien años de Whitman” compilado en la obra Esos extraños

                  prófugos de Occidente (1994), lo elogia de la siguiente manera:


                  El mundo estaba envejecido de doctrinas. El agua se había convertido en vino y el vino se había convertido en

                  sangre. Era preciso que un poeta volviera a darle al agua su color y su sabor, y que incluso le devolviera su

                  antigua condición mágica o divina. No es que cansada de metáforas del agua debiera ser de nuevo sólo una
                  substancia, una inerte combinación química, eso es tal vez lo que menos es el agua. Para Whitman el agua está
                  viva y es aliada de la vida y parece comunicar al hombre que la bebe parte de su claridad y de su claridad y de

                  su luminosidad. Y ese retorno al valor de las cosas elementales se multiplica con todo lo que Whitman mira y

                  toca. (63)

                  La razón por la cual cito esta apreciación de Ospina, es mostrar el rescate y la preocupación

                  del poeta: el devolverle el valor original a las cosas de la naturaleza.



                  Ahora bien, El hecho de que este poema esté hecho en forma de oración, sugiere el deseo

                  del personaje de ligarse con “algo” que no está a su alcance y que logra encontrar en un acto

                  de revelación poética: “Gracias señor porque no tienes rostro/ porque eres rosa y dédalos de

                  azufre”. Lactancio  en  Divinae Institutiones discute con  Cicerón el origen del término

                  religión. El término no proviene, como propusiese Cicerón, de relegere (“escoger”), sino del

                  verbo religare: “el término religión significa atadura de piedad, ya que Dios ata al hombre a

                  sí mismo y le ata con la piedad, ya que debemos servirle como señor y complacerle como

                  padre” (90). “Con este vínculo de piedad estamos atados y ligados a Dios”, afirma líneas

                  atrás. ¿No es esta la relación del poeta con el mundo? ¿Religión y poesía no beben de la

                  misma fuente, del vínculo, de la ligación entre hombre y Naturaleza? Por supuesto, esta



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