Page 62 - Los caminos de Virginia
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funcionamiento del universo, actitud semejante a la que se ha revisado en el poema

                  “Oración de Albert Einstein”. Los temas que plantea incluyen cuestiones como el destino, la

                  muerte, las repeticiones en el tiempo, el amor, la belleza. Las inquietudes existenciales son

                  dirigidas a sí mismo. El poema cierra con una respuesta sentenciosa: “¿Por qué vuelve a las

                  manos  ese libro olvidado justo cuando la vida iba a necesitarlo?”  (267)  es una pregunta

                  refiriéndose tácitamente al tema del destino. En una entrevista publicada con el título de

                  Contra el viento del olvido (2001), al ser preguntado por su creencia en el destino, William

                  Ospina contestó:


                  Sí, creo en el destino, pero no sé si creo en un destino prefijado, que ya está escrito. Más bien, como decía

                  Estanislao Zuleta, creo que nuestro destino es azaroso. Y que el azar no es la falta de causa. Uno tiende a

                  pensar que el azar es algo que ocurre súbitamente, sin causa alguna, pero en realidad es el cruce de causas
                  independientes. (2001, 64)


                  He aquí la respuesta a algunas de las preguntas del director de orquesta: “¿Por qué tantos

                  encuentros casuales? ¿Y por qué es tan difícil encontrar lo buscado?”.(2010, 268)


                  Una de las  frases sentenciosas a la que acá se  ha referido, y que constituye una de las

                  respuestas con las que cierra  el poema es “Porque hay  una perfección  en el abandono”

                  (2010, 268). Esta aseveración no deja de recordar a la naturaleza spinozista. Spinoza

                  observaba algo de esto en Dios, que es así mismo inmanente en la naturaleza; aún más, Dios

                  es la naturaleza. Su definición séptima en su Ética demostrada según el orden geométrico

                  refiriéndose al tema de lo “libre” reza de la siguiente manera: “Se llama ‘libre’ a aquella cosa

                  que existe en virtud de la sola necesidad de su naturaleza y es determinada por sí sola a

                  obrar; y “necesaria”, o mejor “compelida”, a la que es determinada por otra cosa a existir y

                  operar, de cierta y  determinada manera” (1984, 48). Así pues,  este  Dios-Naturaleza

                  propuesto por Spinoza tiene los atributos de la libertad y la necesidad. Es libre en la medida

                  en que es un río infinito de causas y efectos que la misma naturaleza deja que se encadenen

                  libremente, pero a su vez es necesario porque estos cambios están sujetos a leyes naturales.



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