Page 65 - Los caminos de Virginia
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Ospina. Mientras que para el cristianismo después del juicio final la tierra será destruida

                  para dar paso a unos pocos en un nuevo reino, el sistema hinduista contempla múltiples

                  ciclos de destrucciones  y nacimientos. Es  necesario explicar en qué consiste  estos ciclos

                  encadenados acogiéndome al texto de Mircea Eliade, El mito del eterno retorno, ya que es

                  clave  en la  esencia  de  ¿Con quién habla Virginia…?. En el  sistema hindú, la unidad de

                  medida del ciclo más pequeño se llama “yuga” o “edad”. Cada “yuga” está precedido por

                  una “aurora” o nacimiento, o  “crepúsculo” o fin.  De manera que las auroras y los

                  crepúsculos enlazan cada una de las edades formando así un ciclo (Ver Anexo). Al ciclo

                  entero  se le denomina Mahayuga. Ahora bien, la distancia  temporal entre aurora y

                  crepúsculo se reduce cada yuga. Es decir, el primer yuga, llamado Kritayuga, dura cuatro

                  mil años; el segundo, llamado tretayuga, dura tres mil años; el dvaparayuga dura dos mil

                  años, y finalmente el Kaliyuga que dura mil años. Así pues, el Mahayuga dura en total doce

                  mil años. Cada nuevo yuga significa, en el plano humano, una disminución de la duración

                  de la vida, acompañada de un relajamiento de las costumbres y de una declinación de la

                  inteligencia (107).  ¿Con quién habla Virginia…?  debe ser leída no como el Apocalipsis

                  revelado a Juan  el Evangelista, sino más bien como la descripción del  crepúsculo de un


                  Yuga. Así los poemas “Weimar, 1900” y “Nietzsche” serían para el poeta viajero
                  omnipresente  el comienzo del crepúsculo y los poemas siguientes serían  el proceso de


                  destrucción y  el camino hacia la aurora.  Ospina continúa  este camino que  se ido
                  recorriendo con una manifestación típica de la modernidad: la cultura pop.



                  En un mundo desacralizado y donde el hombre se encuentra perdido, el hombre del siglo

                  XX ha reencarnado la idea de divinidad en las personalidades de la cultura pop. Como el

                  caso del poema-relato “El asesino”, que semejante al poema “Franz Kafka” es explícito el

                  abandono: “yo no era nadie” dice el personaje creado alrededor de Mark David Chapman,

                  el asesino de John Lennon. Éste personaje es dibujado alrededor de periódicos, revistas,

                  trenes, cereales, opio, hachís y recuerda aquellos tiempos como “años dulces, coches



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