Page 69 - Los caminos de Virginia
P. 69

El loco, es un poema diseñado en forma de narración: “en el cruce de Broadway con la 41,

                  una noche de otoño,  húmeda todavía” (2010, 303).  En la primera  parte se hace la

                  descripción de un paisaje urbano:


                  “[…]El neón, los comercios, las pantallas enormes, los rebaños de taxis amarillos y urgentes,

                  El estruendo en el mundo y el silencio en las almas y la prisa en los pasos cansados de las gentes.
                  Los blancos reflectores como faros perdidos trazaban en la niebla túneles de aventura,

                  las ratas olfateaban las basuras heladas y las torres inmensas perforaban la altura.
                  Una noche cualquiera, de aquellas que en que todos se han ido

                  Y en que sólo tu quedas[…]” (2010, 303)


                  Un personaje  irrumpe en este paisaje urbano: “el loco”, el cual refiere  a través de  este

                  ejercicio poético, imágenes del Apocalipsis de Juan en el que es anunciado el Juicio Final:


                  “[…] Y entre las quejas de oro  del  trompetista  vino como  el caudal  espeso de una voz
                  inhumana,/ incesante, colérica, dulce, yerta de angustia, masculina, pastosa, desolada, lejana


                  [...]” (2010, 303)


                  Este es un ejemplo del tono apocalíptico usado a través del poema, y que trata de despertar

                  temor al lector. Derrida habla de un “alza de tono” en el discurso apocalíptico, un tono que


                  transgrede la neutralidad en el  discurso:  “…que tiemblen porque vienen ríos  de plomo

                  fundido, y nada tuerce puentes, como los vendavales…”. (2010, 303)


                  “El loco” percibe como signo del apocalipsis la decadencia del mundo moderno: “[…] ¿Por


                  qué han hecho esas torres que estorban a los astros?, ¿Qué mira esa mujer por ventanas tan

                  altas? [...]”, más adelante: “…Mundo desesperado que has perdido a tus dioses, porque todo

                  lo infamas y todo lo vendes […] Por estar contemplando sus pantallas magníficas éstos ya

                  no se miran los unos a los otros,/ mientras crece en las nubes el estruendo furioso de los

                  cuatro jinetes sobre los cuatro potros […]” (2010, 304). De modo que la arquitectura





                                                             69
   64   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74