Page 100 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
P. 100
II. Indigenismo 103
y el mestizo de Bolivia, esos dos agentes arcaicos, incásico uno y
colonial el otro, que se extingan bajo la planta de la inmigración
europea”. 32
Y, por otra parte, un grupo de intelectuales, escritores, políticos,
que consideraban que la instrucción india debía estar orientada a
cualificar sus aptitudes como agricultores, jamás generarles expec-
tativas de cambio social: “Los menos crueles opinan que hay que
limitar la instrucción del indio, dicen que abriéndoles las universi-
dades serían un peligro para la raza blanca, que la agricultura, las
chacras y las zonas fértiles sufrirían daños inmensos”. 33
El limitar la educación era consecuencia del discurso de gue-
rra de razas y de castas que los mismos liberales se habían en-
cargado de difundir, sin embargo, fue la única alternativa liberal
(después de la confrontación de 1899: la Guerra Federal), de reha-
bilitar e integrar al indio a la vida social y económica, y eliminar
el temor a futuras sublevaciones. Inicia entonces un indigenismo
32 Gabriel René Moreno, “Nicómedes Antelo”, en Bolivia y Perú, Nuevas notas
históricas y bibliográficas, Santiago de Chile, Universo, 1901, p. 47. Una respuesta
a René Moreno fue el texto del padre de Franz Tamayo, quien se contrapone a
la convicción de que sólo una inmigración europea y masiva podía salvar a la
nación boliviana. Isaac Tamayo (exministro conservador hasta 1898, teórico de
la expansión de la industria del estaño, terrateniente, y banquero), publicó bajo
el pseudónimo Thajmara, Habla Melgarejo (fragmentos de un libro inédito), La Paz,
González y Medina, 1914. El texto recopila reflexiones histórico-políticas y so-
ciológicas en defensa del indio, hace hablar a Melgarejo (caudillo liberal): “Sois
un pueblo indio, no lo neguéis, ni os avergonzéis de ello, pero por esa misma ra-
zón, sois en toda Sudamérica, el indio pueblo con carácter propio, genuinamente
propio sin que las hibridaciones ni las bastardías hubieran llegado a adulterar
ese carácter, y esto, desde luego, ya es un gran factor, un poderoso factor para la
elaboración del porvenir” (p. 131). “Antes de enseñar a leer, a escribir al indio en-
señadle sus derechos y sus deberes […], los que llamáis blancos, aunque vuestros
lejanos antepasados hubieran sido europeos, sois tan indios como el pongo que os
sirve, como el colono que cultiva nuestras tierras”, p. 84.
33 Julio Zuma Ávila, “El indio después de la Conquista española”, El Diario,
La Paz, 28 de agosto de 1917.