Page 108 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
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II. Indigenismo 111
escribanos, qilqiris (tinterillos) y a abogados mestizos, quienes casi
siempre actuaban coludidos con los hacendados para despojar a
las comunidades de sus propiedades.
La defensa legal de las propiedades comunitarias era funda-
mental para la sobrevivencia de los indios. Por tal motivo, percibie-
ron la educación como un medio de acceso al conocimiento de las
leyes fijadas desde la Colonia y las impuestas por el Estado liberal.
La instrucción como instrumento para la búsqueda y lectura de los
títulos antiguos y el mecanismo para la defensa y reivindicación de
las tierras frente al saqueo.
Desde mediados del siglo xix surgió la figura de los apode-
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rados. La comunidad se reunía para otorgar poderes al más apto,
es decir, al individuo originario, que había ocupado cargos dentro
del ámbito comunal, que en lo posible supiera saber y escribir y
que tuviera experiencia en las cuestiones legales, así como con los
gobiernos del poder local. El apoderado era este sujeto elegido
dentro de las costumbres de la comunidad.
La figura del cacique-apoderado pervivió de forma clandesti-
na, surgiendo como un movimiento abierto a partir de 1914 en la
ciudad de La Paz. Si bien La Paz no era una comunidad, sí era el
referente inmediato de la centralización administrativa y económi-
ca del Estado boliviano, por lo cual su espacio converge en un lu-
gar estratégico de contacto, articulación y relación con miembros
de diversas comunidades del territorio boliviano, para impulsar
formas de lucha y autodefensa legal conjunta.
El movimiento de los caciques-apoderados recurrió al uso de
la memoria colectiva, al recuperar la figura del cacique colonial.
Si en el periodo colonial el cacique o kuraka era el articulador o
50 De los primeros apoderados que se tiene existencia destaca Simón López:
“Simón López indígena letrado de Poopó (Oruro), elegido en reuniones o juntas
secretas en su casa donde participaban los jilakatas de las diferentes parcialidades.
[…] López, quien en 1826 fue acusado por las autoridades de incitar a las india-
das”. Mendieta Parada, op. cit., p. 50.