Page 118 - Educación en Bolivia (Warisata) y México (Chuminópolis) Arturo Vilchis
P. 118
II. Indigenismo 121
tiempo, con el interior: la cosmovisión y organización del mundo
andino, para recobrar el término tradición y asignarle un nuevo
contenido. Si bien definían al sistema de producción y organiza-
73
ción incaico como comunismo agrario mismo que se diferencia-
74
ba de la concepción de comunismo de la cual eran simpatizantes.
75
Tenían en claro que no se transforma falsamente a una sociedad,
menos cuando una sociedad está profundamente adherida a sus
tradiciones y a sus instituciones que perviven en varias formas de
cooperación y asociación. Formas que se oponen al individualismo
no por ser renuentes al progreso como pretenden sus detractores,
sino porque son los vínculos con sus orígenes.
Esta perspectiva será rescatada por este grupo de indigenistas
para quienes el pasado incaico es una raíz más que un programa
73 “Cuando hay pedagogos que creen profesar doctrinas económicas positi-
vas e invocan a Comte o a Marx y sin embargo no comienzan por establecer el
determinismo económico que rige la sociedad humana, se tiene delante el absur-
do y el desconcierto”. Elizardo Pérez, Conferencia en la Universidad, La Paz, 24 de
septiembre de 1940.
74 “La cultura incaica fue una cultura civil surgente de una economía agra-
ria-comunista, con lo cual tengo dicho que el campo no es la contradicción de la
ciudad sino, mejormente su fenómeno”, Gamaliel Churata, “Función civil de
la cultura incaica”, en Última Hora, La Paz, 20 de julio de 1932, p. 4.
75 Mariátegui define de forma breve y concisa esta diferencia: “El comunis-
mo moderno es una cosa distinta del comunismo inkaico. Esto es lo primero que
necesita aprender y entender, el hombre de estudio que explora el Tahuantin-
suyo. Uno y otro comunismo son producto de diferentes experiencias humanas.
Pertenecen a distintas épocas históricas. Constituyen la elaboración de disímiles
civilizaciones. La de los Inkas fue una civilización agraria. La de Marx y Sorel es
una civilización industrial. En aquella el hombre se sometía a la naturaleza. En
ésta la naturaleza se somete a veces al hombre. Es absurdo, por ende, confrontar
las formas y las instituciones de uno y otro comunismo. Lo único que puede
confrontarse es su incorpórea semejanza esencial, dentro de la diferencia esencial
y material de tiempo y espacio. Y para esta confrontación hace falta un poco de
relativismo histórico”. Mariátegui, op. cit., p. 60.