Page 100 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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que quiera en todo hacer profesión de bueno fracasará ne-
cesariamente- entre tantos que no lo son. De donde le es
necesario al príncipe que quiera seguir siéndolo aprender
a poder no ser bueno y utilizar o no este conocimiento se-
gún lo necesite.
Dejando por lo tanto de lado todo lo imaginado acerca
de un príncipe y razonando sobre lo que es la realidad, digo
que todos los hombres, cuando se habla de ellos -y sobre
todo los príncipes por su situación preeminente-, son juz-
gados por alguna de estas cualidades que les acarrean o cen-
sura o alabanza: y así, uno es tenido por liberal, otro por
mezquino (usando un término toscano, ya que «avaro», en
nuestra lengua es aquel que desea poseer por rapiña, mien-
tras llamamos «mezquino» al que se abstiene en demasía
de mil izar lo propio) 5; uno es considerado generoso, otro
rapaz; uno cruel, otro compasivo; uno desleal, otro fiel; uno
afeminado y pusilánime, otro feroz y atrevido; uno huma-
no, otro soberbio; uno lascivo, otro casto; uno recto, otro
astuto; uno duro, otro flexible; uno ponderado, otro frívo-
lo; uno religioso, otro incrédulo y así sucesivamente. Y yo
sé que todos admitirán que sería muy encomiable que en
un príncipe se reunieran, de todas las cualidades mencio-
nadas, aquéllas que se consideran como buenas; pero pues-
to que no se pueden tener todas ni observarlas plenamen-
te, ya que las cosas de este mundo no lo consienten tiene
6,
que ser tan prudente que sepa evitar la infamia de aquellos
vicios que le arrebatarían el estado y guardarse, si le es po-
sible, de aquéllos que no se lo quiten; pero si no fuera así
1 «misero-avaro» en el original. Como muy bien nota L. Russo, es una
«deliziosa osservazione linguistica» de alguien que aunque fundamental-
mente preocupado por la verdad política no lo está menos por su arte y
por la gloria de su lengua.
6 La regla moral, primero aceptada, es negada luego fundándose en una
situación de hecho. Pero hay que precisar que Maquiavelo no habla de
una total maldad humana (las buenas cualidades no se pueden observar
por entero) ni tampoco hace provenir esta maldad de una inmodificable
estructura de la naturaleza humana. Lo que hace que el bien no pueda res-
petarse siempre, lo que a veces empuja al mal, son las «condizione uma-
ne», las condiciones de la historia, las cosas de este mundo.