Page 95 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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simplemente mercenarias y muy inferiores a las propias.
Y baste el ejemplo mencionado; porque el reino de Fran-
cia sería invencible si hubiera mejorado o al menos man-
tenido la organización de Carlos. Pero la poca prudencia
de los hombres ve tan sólo la bondad inicial de las cosas
sin darse cuenta del veneno que esconden: como ya dije
más arriba refiriéndome a las fiebres héticas 10•
Por consiguiente, aquél que en un principado no reco-
noce los males cuando nacen, no es verdaderamente pru-
dente; y esta facultad es dada a muy pocos. Y si se consi-
dera el origen de la ruina del imperio romano, se verá que
se .produjo tan pronto como se empezó a tomar a sueldo a
los godos porque desde aquel momento comenzaron a de-
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bilitarse las fuerzas del imperio romano, y toda la virtud
que se le restaba a éste, pasaba a los otros.
Concluyo, pues, que sin tener ejércitos propios ningún
principado está seguro; más aún, está a merced de la for-
tuna, al no tener virtud que con fe lo defienda en las ad-
versidades. Y fue siempre opinión y sentencia de los sa-
bios «quod nihil sit tam inf irmum aut instabile quam fama
potentiae non sua vi mixa» Y los ejércitos propios son
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aquéllos que están compuestos o por súbditos o por ciuda-
danos o por siervos tuyos: los demás, son mercenarios o au-
xiliares. Y el modo de organizar un ejército propio será fá-
cil de encontrar si se estudian las ordenanzas militares de
los cuatro que antes mencioné, y se verá cómo Filipo, pa-
dre de Alejandro Magno, y cómo muchas repúblicas y mu-
chos príncipes se armaron y organizaron: y a tales orde-
nanzas por entero me remito.
ro Recuerdo a la comparación hecha en el capítulo III.
11 Los primeros contingentes de Godos fueron asoldados por el empe-
rador Valente en el año 376 d. C. A los que han acusado a Maquiavelo de
«naturalista» por esta simplificación de la decadencia del Imperio, se les
recuerda la riqueza de motivos de los 18 primeros capítulos de los Discorsi.
12 Cita de memoria la frase de Tácito en Anales, XIII, 19, «nihil rerum
rnorralicirn ram insrabile ac fluxum est quam fama potencial non sua vi
mixae», no hay nada tan inestable y fluctuante como la aureola de poder
que no se basa en la propia fuerza.