Page 108 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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70  NIGOLAS MAQUIAVELO

        Concluyo,  pues, volviendo  a eso de ser temido  y amado,
     que amando  los hombres  según  su voluntad  y temiendo  se-
     gún las del príncipe,  un príncipe sabio debe apoyarse  en lo
     que es suyo y no en lo que es de otros; debe solamente in-
      geniárselas,  como hemos  dicho, para evitar  el odio.


                              XVIII

             Quomodo [ides a principibus sit servanda  1

        Todos sabemos cuán loable es en un príncipe  mante-
     ner la palabra dada y vivir con integridad  y no con astu-
     cia; sin embargo se ve por experiencia en nuestros días
      cómo  aquellos  que han tenido  muy poco en cuenta  la pa-
      labra dada y han sabido burlar  con astucia el ingenio  de los
      hombres,  han  hecho  grandes  cosas  superando  al final  a
      aquéllos  que se han basado  en la lealtad  2•
        Debéis,  pues, saber que hay dos modos de combatir:  uno
      con las leyes; el otro con la fuerza;  el primero  es propio
      de los hombres,  el segundo  de las bestias;  pero, puesto  que
      el primero muchas  veces no basta, conviene  recurrir al se-
      gundo.  Por lo tanto es necesario  que un príncipe sepa  ac-
      tuar según  convenga,  como  bestia  y como  hombre.  Este
      punto ha sido enseñado,  de manera  velada,  a los príncipes
      por los antiguos  escritores,  que nos cuentan  cómo Aquiles
      y otros  muchos  príncipes  antiguos  fueron  llevados  al ceo-


         1   De cómo los príncipes han de mantener la palabra dada.
          Este capítulo del Príncipe es, como dice Burd, el que mayor escán-
        2
      dalo ha producido, «grearer offence»; y según Sasso en sus notas al Prín-
      cipe, el texto más «tormentare, studiato, vilipeso, rnaledetto, era quanri
      ne annoveri non solo l'inrera opera del Machiavelli, ma l'inrero pensiero
      político moderno». Es éste, efectivamente, un capítulo fundamental para
      entender no sólo la teoría de que de la situación del hombre en el mundo,
      en la historia, deriva la necesidad del mal, sino también el drama de la
      conciencia moral de Maquiavelo que, a pesar de saber cuán deseable sería
      el ejercicio exclusivo del bien, ve cómo el mundo de la política hace tal
      cosa imposible. Hay amargura y resentimiento en la constatación de que
      las circunstancias y el control de las mismas imponen al hombre, inelu-
      diblemente, la elección del mal.
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