Page 110 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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72  NICOLAS MAQUIAVELO
      engañar a los hombres: y siempre encontró con quién po-
      der hacerlo 5. No hubo jamás hombre alguno que aseverara
      con mayor eficacia ni que afirmara cosa alguna con más ju-
      ramentos y que, sin embargo, menos la observara: y a pe-
      sar de ello siempre le salieron los engaños según sus de-
      seos 6, porque conocía bien este aspecto del mundo.
        Un príncipe no ha de tener necesariamente todas las cua-
      lidades citadas, pero es muy necesario que parezca que las
      tiene. Es más, me atrevería  a decir eso: que son perjudi-
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      ciales si las posees y practicas siempre, y son útiles si tan
      sólo haces ver que las posees: como parecer compasivo,
      fiel, humano, íntegro, religioso, y serio; pero estar con el
      ánimo dispuesto de tal manera que si es necesario no serlo
      puedas y sepas cambiar a todo lo contrario. Y hay que te-
      ner bien en cuenta que el príncipe, y máxime uno nuevo,
      no puede observar todo lo que hace que los hombres sean
      tenidos por buenos, ya que a menudo se ve forzado para
      conservar el estado a obrar contra la fe, contra la caridad,
      contra la humanidad, contra la religión. Por eso tiene que
      contar con un ánimo dispuesto a moverse según los vien-
      tos de la fortuna y la variación de las circunstancias se lo
      exijan, y como ya dije antes, no alejarse del bien, si es po-
      sible, pero sabiendo entrar en el mal si es necesario.
        Debe, por lo tanto, el príncipe tener buen cuidado de
      que no se le escape jamás de la boca cosa alguna que no
      esté llena de las citadas cinco cualidades, y debe parecer, al
      verlo y oírlo, todo compasión, todo lealtad, todo integri-
      dad, todo humanidad, todo religión. Y no hay nada que sea
      más necesario aparentar  que se practica, que esta última
      cualidad. Y los hombres, en general, juzgan más por los

        1   En el original «subiecro», ocasión, materia, individuo, es decir gente
      dispuesta a dejarse engañar. La astucia de Alejandro VI había ya alcanza-
      do dimensiones proverbiales entre sus contemporáneos.
        6   En el original «ad voturn», según su deseo, sus esperanzas. Frecuen-
      temente usado por Maquiavelo.
        7   El término «ardiro•. me atreveré, lo utiliza Maquiavelo para subra-
      yar la gravedad, la excepcional crudeza de lo que va a decir, no la nove-
      dad, ya que tales cosas no las dice de ninguna manera por primera vez
      en este párrafo; las ha dicho ya en otros lugares, incluso en el mismo
      capítulo.
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