Page 65 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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      ber recurrido por su parte a toda clase de acciones y de ha-
      ber hecho todo lo que debía hacer un hombre prudente y
      virtuoso para poner sus raíces en aquellos estados que las
      armas y la fortuna de otros le habían proporcionado. Por-
      que, tal como dije antes, quien no ha puesto antes los ci-
      mientos los podrá poner luego si tiene una gran virtud,
      aunque sea con molestias para el arquitecto y con peligro
      para el edificio. Si consideramos las progresivas  acciones
      del duque, veremos cómo éste había puesto sólidos funda-
      mentos a su futuro poder; y no creo superfluo hablar de
      ello porque yo mismo no sabría dar a un príncipe nuevo
      mejores preceptos que el ejemplo de sus acciones; y si sus
      previsiones no le sirvieron de nada, no fue por culpa suya
      sino por una extraordinaria  y extrema  malignidad de la
      fortuna  4.
        Se enfrentaba, Alejandro VI, en su deseo de engrande-
      cer al duque, su hijo, con gran número de dificultades pre-
      sentes y futuras. En primer lugar, no veía la posibilidad de
      hacerle señor de algún estado que no fuera de la Iglesia; y
      decidiéndose por uno de la Iglesia sabía que tanto el duque
      de Milán como los venecianos no se lo iban a consentir,
      porque Faenza y Rímini estaban desde hacía tiempo bajo
      la protección de los venecianos)_ Veía, además, cómo los
      ejércitos de Italia, y en especial aquellos de los que hubiera
      podido servirse, estaban en manos de quienes debían te-
      mer la grandeza del Papa; y no podía fiarse porque todos
      ellos estaban en manos de los Orsini, los Colonna 6  y sus
      cómplices. Era, pues, necesario invertir  la situación e in-

         i  Idealización de la figura de César Borja, que efectivamente ahora le
      servirá como ejemplo de excelentes medios, pero al que luego tendrá que
      «reprobar» como hizo la fortuna, por no haber sabido mantenerlos hasta
      el fin.
         5  Milán cernía por los estados de Catalina Sforza Riario, señora de
      Irnola y Forli y por los de Giovanni Sforza, señor de Pesara. Los venecia-
      nos, en general, habían de cerner todo cambio a favor del Papa en la
      Romaña.
         6  Orsini y Colonna, familias principescas romanas en continua riva-
      lidad, que turbaron con sus luchas, Jurante siglos, la vida de los Estados
      Pontificios. Ambas dieron a la Iglesia varios pontífices, cardenales y ge-
      nerales de los ejércitos pontificios o de otros estados de la península.
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