Page 132 - El fin de la infancia
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acarreado ninguna muestra de celos. Su tarjeta médica no tenía una mancha: no había
estado enfermo ni un solo día. Pero en esta época, y en este clima, eso no era nada
raro.
A diferencia de otros niños, Jeff no se aburría en seguida en compañía de su
padre, ni lo dejaba, en todas las ocasiones posibles, para reunirse con otros
compañeros de su edad. Era obvio que tenía el talento artístico de George, y casi tan
pronto como aprendió a caminar se hizo un asiduo visitante del teatro de la colonia.
El teatro lo había adoptado como mascota, y Jeff había desarrollado una gran
habilidad en presentar ramos de flores a las celebridades de la pantalla y de la escena
que visitaban la isla.
Sí, Jeff era un niño perfectamente común. Así se lo decía George a sí mismo
después de algún paseo, a pie o en bicicleta, por los restringidos terrenos de la isla.
George y Jeff hablaban como lo habían hecho padres e hijos desde los tiempos más
remotos, sólo que en esta época había mucho más de qué hablar. Aunque Jeff nunca
salía de la isla, podía ver todo lo que deseaba a través de los ubicuos ojos de las
cámaras televisoras. Sentía, como todos los colonos, un vago desdén por el resto de la
humanidad. Ellos eran los elegidos, la vanguardia del progreso. Llevarían a la
humanidad a las cimas alcanzadas por los superseñores, y quizá aún más lejos. No
mañana, seguramente, pero un día...
No sospechaban que ese día llegaría demasiado pronto.
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