Page 159 - El fin de la infancia
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pronto y fue reemplazada por esas líneas y luces incomprensibles. Cuando la pantalla
           se aclaró, estaban en tierra. A lo lejos se veían unos grandes edificios, unas cuantas
           máquinas y un grupo de superseñores que estaban observándolo.

               En alguna parte rugió el aire que uniformaba la presión; luego se oyó el sonido
           con que se abrían las grandes puertas. Jan no quiso esperar. Los silenciosos gigantes
           lo  miraron  con  tolerancia  o  indiferencia  mientras  salía  corriendo  del  cuarto  de

           controles.
               Estaba  en  su  hogar,  mirando  otra  vez  la  chispeante  luz  de  su  propio  sol,
           respirando  aquel  aire,  el  primero  que  había  entrado  en  sus  pulmones.  Ya  habían

           bajado la rampa, pero Jan tuvo que aguardar un momento hasta que los ojos se le
           acostumbraran a aquel resplandor.
               Karellen  estaba  de  pie,  un  poco  apartado  de  sus  compañeros,  junto  a  un  gran

           vehículo  de  transporte  cargado  de  canastos.  Jan  no  se  preguntó  cómo  había
           reconocido al superseñor, ni se sorprendió al ver que no había cambiado en absoluto.

           Sólo esto se parecía a lo que había imaginado.
               —He estado esperándolo —dijo Karellen.


























































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