Page 135 - Crepusculo 1
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—Deseo ayudarte, de verdad que sí —no había el menor rastro de falsedad en sus ojos
límpidos—. Debería haberme alejado hace mucho, debería hacerlo ahora, pero no sé si soy
capaz.
—No quiero que te vayas —farfullé patéticamente, mirándolo fijamente hasta lograr
que apartara la vista.
—Irme, eso es exactamente lo que debería hacer, pero no temas, soy una criatura
esencialmente egoísta. Ansió demasiado tu compañía para hacer lo correcto.
—Me alegro.
— ¡No lo hagas! —retiró su mano, esta vez con mayor delicadeza. La voz de Edward
era más áspera de lo habitual. Áspera para él, aunque más hermosa que cualquier voz humana.
Resultaba difícil tratar con él, ya que sus continuos y repentinos cambios de humor siempre
me producían desconcierto.
— ¡No es sólo tu compañía lo que anhelo! Nunca lo olvides. Nunca olvides que soy
más peligroso para ti de lo que soy para cualquier otra persona.
Enmudeció y le vi contemplar con ojos ausentes el bosque.
Medité sus palabras durante unos instantes.
—Creo que no comprendo exactamente a qué te refieres... Al menos la última parte.
Edward me miró de nuevo y sonrió con picardía. Su humor volvía a cambiar.
— ¿Cómo te explicaría? —musitó—. Y sin aterrorizarte de nuevo...
Volvió a poner su mano sobre la mía, al parecer de forma inconsciente, y la sujeté con
fuerza entre las mías. Miró nuestras manos y suspiró.
—Esto es asombrosamente placentero... el calor.
Transcurrió un momento hasta que puso en orden sus ideas y continuó:
—Sabes que todos disfrutamos de diferentes sabores. Algunos prefieren el helado de
chocolate y otros el de fresa.
Asentí.
—Lamento emplear la analogía de la comida, pero no se me ocurre otra forma de
explicártelo.
Le dediqué una sonrisa y él me la devolvió con pesar.
—Verás, cada persona huele diferente, tiene una esencia distinta. Si encierras a un
alcohólico en una habitación repleta de cerveza rancia, se la beberá alegremente, pero si ha
superado el alcoholismo y lo desea, podría resistirse.
«Supongamos ahora que ponemos en esa habitación una botella de brandy añejo, de
cien años, el coñac más raro y exquisito y llenamos la habitación de su cálido aroma... En tal
caso, ¿cómo crees que le iría?
Permanecimos sentados en silencio, mirándonos a los ojos el uno al otro en un intento
de descifrarnos mutuamente el pensamiento.
Edward fue el primero en romper el silencio.
—Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muy fácil rehusar el brandy.
Quizás debería haber empleado un heroinómano en vez de un alcohólico para el ejemplo.
—Bueno, ¿estás diciendo que soy tu marca de heroína? —le pregunté para tomarle el
pelo y animarle.
Sonrió de inmediato, pareciendo apreciar mi esfuerzo.
—Sí, tú eres exactamente mi marca de heroína.
— ¿Sucede eso con frecuencia?
Miró hacia las copas de los árboles mientras pensaba la respuesta.
—He hablado con mis hermanos al respecto —prosiguió con la vista fija en la
lejanía—. Para Jasper, todos los humanos sois más de lo mismo. El es el miembro más
reciente de nuestra familia y ha de esforzarse mucho para conseguir una abstinencia completa.
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