Page 138 - Crepusculo 1
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— ¿Y en el hospital?
                      Sus ojos se clavaron en los míos.
                      —Estaba horrorizado. Después de todo, no podía creer que hubiera puesto a toda la
               familia en peligro y yo mismo hubiera quedado a tu merced... De entre todos, tenías que ser
               tú.  Como  si  necesitara  otro  motivo  para  matarte  —ambos  nos  acobardamos  cuando  se  le
               escapó  esa  frase—.  Pero  tuvo  el  efecto  contrario  —continuó  apresuradamente—,  y  me
               enfrenté con Rosalie, Emmett y Jasper cuando sugirieron que te había llegado la hora... Fue la
               peor  discusión  que  hemos  tenido  nunca.  Carlisle  se  puso  de  mi  lado,  y  Alice  —hizo  una
               mueca cuando pronunció su nombre, no imaginé la razón—. Esme dijo que hiciera lo que
               tuviera que hacer para quedarme.
                      Edward sacudió la cabeza con indulgencia.
                      —Me pasé todo el día siguiente fisgando en las mentes de todos con quienes habías
               hablado, sorprendido de que hubieras cumplido tu palabra. No te comprendí en absoluto, pero
               sabía  que  no  me  podía  implicar  más  contigo.  Hice  todo  lo  que  estuvo  en  mi  mano  para
               permanecer lo más lejos de ti. Y todos los días el aroma de tu piel, tu respiración, tu pelo... me
               golpeaba con la misma fuerza del primer día.
                      Nuestras miradas se encontraron otra vez. Los ojos de Edward eran sorprendentemente
               tiernos.
                      —Y  por  todo  eso  —prosiguió—,  hubiera  preferido  delatarnos  en  aquel  primer
               momento que herirte aquí, ahora, sin testigos ni nada que me detenga.
                      Era lo bastante humana como para tener preguntar:
                      — ¿Por qué?
                      —Isabella  —pronunció  mi  nombre  completo  con  cuidado  al  tiempo  que  me
               despeinaba el pelo con la mano libre; un estremecimiento recorrió mi cuerpo ante ese roce
               fortuito—. No podría vivir en paz conmigo mismo si te causara daño alguno —fijó su mirada
               en el suelo, nuevamente avergonzado—. La idea de verte inmóvil, pálida, helada... No volver
               a ver cómo te ruborizas, no ver jamás esa chispa de intuición en los ojos cuando sospechas
               mis intenciones... Sería insoportable —clavó sus hermosos y torturados ojos en los míos—.
               Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que he tenido nunca.
                      La  cabeza  empezó  a  darme  vueltas  ante  el  rápido  giro  que  había  dado  nuestra
               conversación.  Desde  el  alegre  tema  de  mi  inminente  muerte  de  repente  nos  estábamos
               declarando. Aguardó, y supe que sus ojos no se apartaban de mí a pesar de fijar los míos en
               nuestras manos. Al final, dije:
                      —Ya  conoces  mis  sentimientos,  por  supuesto.  Estoy  aquí,  lo  que,  burdamente
               traducido, significa que preferiría morir antes que alejarme de ti  —hice una mueca—. Soy
               idiota.
                      —Eres idiota —aceptó con una risa.
                      Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y
               estúpido de la situación.
                      —Y de ese modo el león se enamoró de la oveja... —murmuró. Desvié la vista para
               ocultar mis ojos mientras me estremecía al oírle pronunciar la palabra.
                      — ¡Qué oveja tan estúpida! —musité.
                      — ¡Qué león tan morboso y masoquista!
                      Su  mirada  se  perdió  en  el  bosque  y  me  pregunté  dónde  estarían  ahora  sus
               pensamientos.
                      —  ¿Por  qué...?  —comencé,  pero  luego  me  detuve  al  no  estar  segura  de  cómo
               proseguir.
                      Edward me miró y sonrió. El sol arrancó un destello a su cara, a sus dientes.
                      — ¿Sí?
                      —Dime por qué huiste antes.




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