Page 84 - Crepusculo 1
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—Jessica y Angela se van a preocupar —murmuré—. Iba a reunirme con ellas.
Arrancó el motor sin decir nada más, girando con suavidad y regresando rápidamente
hacia la ciudad. Siguió conduciendo a gran velocidad cuando estuvimos bajo las lámparas,
sorteando con facilidad los vehículos más lentos que cruzaban el paseo marítimo. Aparcó en
paralelo al bordillo en un espacio que yo habría considerado demasiado pequeño para el
Volvo, pero él lo encajó sin esfuerzo al primer intento. Miré por la ventana en busca de las
luces de La Bella Italia. Jess y Angela acababan de salir y se alejaban caminando con rapidez.
— ¿Cómo sabías dónde...? —comencé, pero luego me limité a sacudir la cabeza. Oí
abrirse la puerta y me giré para verle salir.
— ¿Qué haces?
—Llevarte a cenar.
Sonrió levemente, pero la mirada continuaba siendo severa. Se alejó del coche y cerró
de un portazo. Me peleé con el cinturón de seguridad y me apresuré a salir también del coche.
Me esperaba en la acera y habló antes de que pudiera despegar los labios.
—Detén a Jessica y Angela antes de que también deba buscarlas a ellas. Dudo que
pudiera volver a contenerme si me tropiezo otra vez con tus amigos.
Me estremecí ante el tono amenazador de su voz.
— ¡Jess, Angela! —les grité, saludando con el brazo cuando se volvieron. Se
apresuraron a regresar. El manifiesto alivio de sus rostros se convirtió en sorpresa cuando
vieron quién estaba a mi lado. A unos metros de nosotros, vacilaron.
— ¿Dónde has estado? —preguntó Jessica con suspicacia.
—Me perdí —admití con timidez—, y luego me encontré con Edward.
Le señalé con un gesto.
— ¿Os importaría que me uniera a vosotras? —preguntó con voz sedosa e irresistible.
Por sus rostros estupefactos supe que él nunca antes había empleado a fondo sus talentos con
ellas.
—Eh, sí, claro —musitó Jessica.
—De hecho —confesó Angela—, Bella, lo cierto es que ya hemos cenado mientras te
esperábamos... Perdona.
—No pasa nada —me encogí de hombros—. No tengo hambre.
—Creo que deberías comer algo —intervino Edward en voz baja, pero autoritaria.
Buscó a Jessica con la mirada y le habló un poco más alto—: ¿Os importa que lleve a Bella a
casa esta noche? Así, no tendréis que esperar mientras cena.
—Eh, supongo que no... hay problema...
Jess se mordió el labio en un intento de deducir por mi expresión si era eso lo que yo
quería. Le guiñé un ojo. Nada deseaba más que estar a solas con mi perpetuo salvador. Había
tantas preguntas con las que no le podía bombardear mientras no estuviéramos solos...
—De acuerdo —Angela fue más rápida que Jessica—. Os vemos mañana, Bella,
Edward...
Tomó la mano de Jessica y la arrastró hacia el coche, que pude ver un poco más lejos,
aparcado en First Street. Cuando entraron, Jess se volvió y me saludó con la mano. Por su
rostro supe que se moría de curiosidad. Le devolví el saludo y esperé a que se alejaran antes
de volverme hacia Edward.
—De verdad, no tengo hambre —insistí mientras alzaba la mirada para estudiar su
rostro. Su expresión era inescrutable.
—Compláceme.
Se dirigió hasta la puerta del restaurante y la mantuvo abierta con gesto obstinado.
Evidentemente, no había discusión posible. Pasé a su lado y entré con un suspiro de
resignación.
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