Page 85 - El Alquimista
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Tierra, todo lo que hay en ella morirá, y el Alma del Mundo dejará de existir.
               Entonces nos contemplamos y nos queremos, y yo le doy vida y calor y ella
               me da una razón para vivir.

                   —Tú conoces el Amor —aseguró el muchacho.

                   —Y  conozco  el  Alma  del  Mundo,  porque  conversamos  mucho  en  este
               viaje sin fin por el Universo. Ella me cuenta que su mayor preocupación es

               que, hasta hoy, sólo los minerales y los vegetales entendieron que todo es una
               sola cosa. Y para eso no es necesario que el hierro sea igual que el cobre, ni
               que el cobre sea igual que el oro. Cada uno cumple su función exacta en esta
               cosa única, y todo sería una Sinfonía de Paz si la Mano que escribió todo esto
               se hubiera detenido en el quinto día de la creación.

                   »Pero hubo un sexto día —añadió el Sol.

                   —Tú  eres  sabio  porque  lo  ves  todo  desde  la  distancia  —respondió  el
               muchacho—. Pero no conoces el Amor. Si no hubiera habido un sexto día de

               la creación, no existiría el hombre, y el cobre sería siempre cobre, y el plomo
               siempre plomo. Cada uno tiene su Leyenda Personal, es verdad, pero un día
               esta  Leyenda  Personal  se  cumplirá.  Entonces  es  necesario  transformarse  en
               algo mejor, y tener una nueva Leyenda Personal, hasta que el Alma del Mundo
               sea realmente una sola cosa.

                   El  Sol  se  quedó  pensativo  y  decidió  brillar  más  fuerte.  El  viento,  que

               estaba disfrutando con la conversación, sopló también más fuerte, para que el
               Sol no cegase al muchacho.

                   —Para eso existe la Alquimia —prosiguió el muchacho—. Para que cada
               hombre busque su tesoro, y lo encuentre, y después quiera ser mejor de lo que
               fue en su vida anterior. El plomo cumplirá su papel hasta que el mundo no
               necesite más plomo; entonces tendrá que transformarse en oro.


                   »Es  lo  que  hacen  los  Alquimistas.  Muestran  que,  cuando  buscamos  ser
               mejores dé lo que somos, todo a nuestro alrededor se vuelve mejor también.

                   —¿Y por qué dices que yo no conozco el Amor? —preguntó el Sol.

                   —Porque el amor no es estar parado como el desierto, ni recorrer el mundo
               como  el  viento,  ni  verlo  todo  de  lejos,  como  tú.  El  Amor  es  la  fuerza  que
               transforma y mejora el Alma del Mundo. Cuando penetré en ella por primera
               vez,  la  encontré  perfecta.  Pero  después  vi  que  era  un  reflejo  de  todas  las
               criaturas,  y  tenía  sus  guerras  y  sus  pasiones.  Somos  nosotros  quienes

               alimentamos el Alma del Mundo, y la tierra donde vivimos será mejor o peor
               según seamos mejores o peores. Ahí es donde entra la fuerza del Amor, porque
               cuando amamos, siempre deseamos ser mejores de lo que somos.

                   —¿Qué es lo que quieres de mí? —quiso saber el Sol.
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