Page 193 - veinte mil leguas de viaje submarino
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A las diez treinta y cinco, el capitán Nemo abandonó la rueda del gobernalle y volviéndose
                  hacia mí, dijo:

                   El Mediterráneo.

                  En menos de veinte minutos, arrastrado por el torrente, el Nautilus había franqueado el
                  istmo de Suez.





                  6. El archipiélago griego



                  Al día siguiente, 12 de febrero, al despuntar el día, el Nauti-lus emergió a la superficie. Yo
                  me precipité a la plataforma. A tres millas, al Sur, se dibujaba vagamente la silueta de
                  Pelusa.

                  Un torrente nos había llevado de un mar a otro. Pero ese túnel, de fácil descenso, debía ser
                  impracticable en sentido opuesto.

                  Hacia las siete de la mañana, Ned y Conseil se unieron a mí en la plataforma. Los dos
                  inseparables compañeros ha-bían dormido tranquilamente, sin preocuparse de las proe-zas
                  realizadas mientras tanto por el Nautilus.

                  El canadiense se dirigió a mí y me preguntó con un tono burlón:

                   ¿Qué, señor naturalista, y ese Mediterráneo?

                   Estamos flotando en su superficie, amigo Ned.

                   ¡Cómo! ¡Así que esta misma noche!  exclamó Conseil.

                  -Sí, esta misma noche, en algunos minutos, hemos fran-queado ese istmo infranqueable.

                   No me lo creo  respondió el canadiense.

                   Pues se equivoca, señor Land. Esa costa baja que se re-dondea hacia el Sur es la costa
                  egipcia.

                   A otro con ésas, señor  replicó el testarudo canadiense.

                  -Puesto que el señor lo afirma, Ned, hay que creer al se-ñor.
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