Page 253 - veinte mil leguas de viaje submarino
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Muy difícil lo veo, capitán, pues la estación está ya de-masiado avanzada para poder
                  esperar que se produzca el deshielo.

                   Siempre será usted el mismo, señor profesor  respondió el capitán Nemo en un tono
                  irónico . No ve usted más que impedimentos y obstáculos. Pues yo le aseguro que el
                  Nau-tilus no sólo se liberará, sino que incluso irá aún más lejos.

                   ¿Más lejos? ¿Hacia el Sur?  le pregunté, mirándole fija-mente.

                   Sí, señor. Irá al Polo.

                   ¡Al Polo!  exclamé, sin poder ocultar mi incredulidad.

                   Sí  respondió fríamente el capitán , al Polo Antártico, a ese punto desconocido en que
                  se cruzan todos los meridia-nos del globo. Usted sabe que yo hago con el Nautilus lo que
                  quiero.

                  Sí, lo sabía. Sabía también de su audacia, una audacia has-ta la temeridad. Pero vencer esos
                  obstáculos que se levantan ante el Polo Sur, más inaccesible aún que el Polo Norte toda-vía
                  no alcanzado por los más audaces navegantes, ¿no era una empresa absolutamente
                  insensata, que sólo el espíritu de un loco podía concebir?

                  Se me ocurrió entonces preguntarle si ya había descu-bierto ese Polo jamás hollado por el
                  pie de una criatura hu-mana.

                   No, señor  me respondió , y lo descubriremos juntos. Allí donde otros han fracasado no
                  fracasaré yo. Nunca he llevado a mi Nautilus tan lejos por los mares australes, pero, se lo
                  repito, ira aún más lejos.

                   Quiero creerle, capitán  le dije, en un tono un tanto iró-nico , y le creo. ¡Vayamos hacia
                  adelante! ¡No hay obstáculos para nosotros! ¡Rompamos esta masa de hielo! ¡Hagámosla
                  saltar! Y si resiste, démosle alas al Nautilus para que pueda pasar por encima.

                   ¿Por encima?  dijo tranquilamente el capitán Nemo . No, señor profesor, no por
                  encima, sino por debajo.

                   ¡Por debajo!  exclamé.

                  Acababa de iluminar mi mente la súbita revelación de los proyectos del capitán. Comprendí
                  que las maravillosas po-sibilidades del Nautilus iban a servirle una vez más en tan
                  sobrehumana empresa.

                   Veo que empezamos a entendernos, señor profesor  me dijo el capitán, esbozando una
                  sonrisa . Ya empieza usted a entrever la posibilidad (el éxito, diré yo) de esta tentativa. Lo
                  que es impracticable para un navío ordinario es fácil para el Nautilus. Si el Polo se halla en
                  un continente, se detendrá ante ese continente, pero si, por el contrario, está bañado por el
                  mar libre irá hasta el mismo Polo.
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