Page 65 - veinte mil leguas de viaje submarino
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Es un manómetro, en efecto. Puesto en comunicación con el agua, cuya presión exterior
                  indica, da también la pro-fundidad a la que se mantiene mi aparato.

                  -¿Y esas sondas, de una nueva clase?

                   Son unas sondas termométricas que indican la tempera-tura de las diferentes capas de
                  agua.

                   Ignoro cuál es el empleo de esos otros instrumentos.

                   Señor profesor, aquí me veo obligado a darle algunas ex-plicaciones. Le ruego me
                  escuche.

                  El capitán Nemo guardó silencio durante algunos instan-tes y luego dijo:

                   Existe un agente poderoso, obediente, rápido, fácil, que se pliega a todos los usos y que
                  reina a bordo de mi barco como dueño y señor. Todo se hace aquí por su mediación. Me
                  alumbra, me calienta y es el alma de mis aparatos mecá-nicos. Ese agente es la electricidad.

                   ¡La electricidad!  exclamé bastante sorprendido.

                   Sí, señor.

                   Sin embargo, capitán, la extremada rapidez de movi-mientos que usted posee no
                  concuerda con el poder de la electricidad. Hasta ahora la potencia dinámica de la
                  electri-cidad se ha mostrado muy restringida y no ha podido pro-ducir más que muy
                  pequeñas fuerzas.

                   Señor profesor, mi electricidad no es la de todo el mun-do, yeso es todo cuanto puedo
                  decirle.

                   Bien, no insisto, aun cuando me asombre tal resultado. Una sola pregunta, sin embargo,
                  que puede no contestar si la considera usted indiscreta. Pienso que los elementos que
                  emplee usted para producir ese maravilloso agente deben gastarse pronto. Por ejemplo, el
                  cinc ¿cómo lo reemplaza us-ted, puesto que no mantiene ninguna comunicacion con tie-rra?

                   Responderé a su pregunta. Le diré que en el fondo del mar existen minas de cinc, de
                  hierro, de plata y de oro, cuya explotación sería ciertamente posible. Pero yo no recurro a
                  ninguno de estos metales terrestres, sino que obtengo del mar mismo los medios de
                  producir mi electricidad.

                   ¿Del mar?

                   Sí, señor profesor, y no faltan los medios de hacerlo. Yo podría obtener la electricidad
                  estableciendo un circuito en-tre hilos sumergidos a diferentes profundidades, a través de las
                  diversas temperaturas de las mismas, pero prefiero em-plear un sistema más práctico.
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