Page 69 - veinte mil leguas de viaje submarino
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Nada más entrar, me sorprendió el olor sui generis que lle-naba la pieza. El capitán Nemo
advirtió mi reacción.
Son emanaciones de gas producidas por el empleo del sodio. Pero se trata tan sólo de un
ligero inconveniente. Ade-más, todas las mañanas purificamos el barco ventilándolo
completamente.
Yo examinaba, con el interés que puede suponerse, la ma-quinaria del Nautilus.
Como ve usted me dijo el capitán Nemo , uso elemen-tos Bunsen y no de Ruhmkorff,
que resultarían impotentes. Los elementos Bunsen son poco numerosos, pero grandes y
fuertes, lo que da mejores resultados según nuestra expe-riencia. La electricidad producida
se dirige hacia atrás, don-de actúa por electroimanes de gran dimensión sobre un sis-tema
particular de palancas y engranajes que transmiten el movimiento al árbol de la hélice. Ésta,
con un diámetro de seis metros y un paso de siete metros y medio, puede dar hasta ciento
veinte revoluciones por segundo.
Con lo que obtiene usted...
-Una velocidad de cincuenta millas por hora.
Había ahí un misterio, pero no traté de esclarecerlo. ¿Cómo podía actuar la electricidad con
tal potencia? ¿En qué podía hallar su origen esa fuerza casi ¡limitada? ¿Acaso en su tensión
excesiva, obtenida por bobinas de un nuevo tipo? ¿O en su transmisión, que un sistema de
palancas des-conocido [L8] podía aumentar al infinito? Eso era lo que yo no podía
explicarme.
Capitán Nemo, compruebo los resultados, sin tratar de explicármelos. He visto al
Nautilus maniobrar ante el Abra-ham Lincoln y sé a qué atenerme acerca de su velocidad.
Pero no basta moverse. Hay que saber adónde se va. Hay que po-der dirigirse a la derecha o
a la izquierda, hacia arriba o ha-cia abajo. ¿Cómo hace usted para alcanzar las grandes
pro-fundidades en las que debe hallar una resistencia creciente, evaluada en centenares de
atmósferas? ¿Cómo hace para su-bir a la superficie del océano? Y, por último, ¿cómo
puede mantenerse en el lugar que le convenga? ¿Soy indiscreto al formularle
taléslweguntas?
En modo alguno, señor profesor me respondió el capi-tán, tras una ligera vacilación ,
ya que nunca saldrá usted de este barco submarino. Venga usted al salón, que es nuestro
verdadero gabinete de trabajo, y allí sabrá todo lo que debe conocer sobre el Nautilus.
13. Algunas cifras