Page 91 - veinte mil leguas de viaje submarino
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que la electricidad está forzada a muy alta tensión. Se descargan al más ligero choque, y por
poderoso que sea el animal que las reciba, cae fulminado. Añadiré que estas cápsulas tienen
un grosor del cuatro y que la carga de un fusil ordinario podría contener una decena.
-No discuto más respondí, levantándome y estoy dis-puesto a tomar mi fusil. Además, a
donde vaya usted, iré yo.
El capitán Nemo me condujo hacia la parte posterior del Nautilus y, al pasar ante el
camarote de Ned y Conseil, les lla-mé para que nos siguieran.
Llegamos a una cabina, situada cerca de la sala de máqui-nas, en la que debíarnos ponernos
nuestros trajes de paseo.
16. Andando por la llanura
Aquella cabina era, para hablar con propiedad, el arsenal y el vestuario del Nautilus.
Colgadas de las paredes, una do-cena de escafandras esperaban a los expedicionarios.
Al verlas, Ned Land manifestó una gran repugnancia a la idea de introducirse en una de
ellas.
Pero, Ned le dije-, los bosques de la isla Crespo son submarinos.
¡Vaya! dijo el arponero, desilusionado al ver desvane-cerse sus sueños de carne
fresca , y usted, señor Aronnax, ¿va a meterse en un ropaje así?
Es necesario, Ned.
Es usted muy libre de hacerlo respondió el arponero, alzándose de hombros , pero lo
que es yo, a menos que se me obligue, nunca me meteré en una de estas vestimentas.
Nadie va a obligarle, señor Ned dijo el capitán Nemo.
Y Conseil, ¿va a arriesgarse? preguntó Ned.
Yo seguiré al señor a donde vaya respondió Conseil.
A una llamada del capitán, acudieron dos hombres de la tripulación para ayudarnos a
ponernos aquellos trajes impermeables, hechos de caucho y sin costuras y realizados de
modo que sus usuarios pudieran soportar presiones considerables. Se hubiera dicho una
armadura elástica a la vez que resistente. Formados aquellos extraños trajes por cha-queta y