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trario se atraen. Este fue el camino que permitió a Rutherford,
en 1913, deducir que como los rayos alfa"tienen carga positiva,
el desvío que sufrían al atravesar la lámina de oro se debía a que
se encontraban en su camino con partículas del mismo signo. De
igual manera, como la mayoría de las partículas alfa atravesaban
la lámina sin desviarse era debido a que no pasaban cerca de
ninguna carga positiva. El descubrimiento del protón tuvo lugar
posteriormente, en 1918, cuando Rutherford no se conformó con
descubrir el núcleo atómico, sino que también quiso descompo-
nerlo en pedazos para estudiar su interior.
EL ATOMISMO
El descubrimiento de Rutherford llegó en un momento convulso
de la historia de la física. El modelo atómico de Thomson se había
propuesto relativamente hacía pocos años, y aún seguía sin haber
consenso sobre la propia existencia del átomo. Los químicos y fí-
sicos habían pasado casi un siglo divididos entre los que pensaban
que el atomismo no era más que palabrería sin sentido y los que
afirmaban que se trataba del fundamento de todos los elementos.
Numerosos modelos competían con hechos experimentales, y el
resultado era sun1amente confuso.
El camino recorrido por la hipótesis del átomo había sido
largo. Fue desde siempre una concepción ligada a la polémica, y
sus partidarios eran a menudo acusados de ser impíos materia-
listas, y perseguidos por ello. Los primeros atomistas vivieron en
la antigua Grecia. Para Demócrito ( 460-370 a. C.), los átomos eran
los constituyentes últimos de la realidad, unas entidades indivi-
sibles, indestructibles e imperecederas a partir de las cuales se
formaban todas las cosas. Tal como expone en uno de los frag-
mentos de su obra: «Por convención son lo dulce y lo amargo, lo
caliente y lo frío; por convención es el color; de verdad existen
los átomos y el vacío».
El atomismo fue durante siglos una corriente filosófica más
bien minoritaria. Autores como Epicuro pensaron que los átomos
EL DESCUBRIMIENTO DEL NÚCLEO ATÓMICO 25