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LA RA DI ACTIVIDAD Y LA EDAD DE LA TIERRA
Estas investigaciones tuvieron una extraordinaria repercusión
en otra disciplina científica que se desarrollaba esencialmente
al margen de la física atómica: se trataba de la geología. Ruther-
ford se encontraba un día paseando por el campus de McGill, y se
tropezó con un profesor de geología, al que preguntó: «¿ Cuántos
años se supone que tiene la TieITa?». «Cien millones de años», le
respondió el profesor. Entonces Rutherford tomó un pedazo de
pechblenda y le repuso: «Sé, y lo sé como un hecho objetivo, que
este trozo de pechblenda tiene setecientos millones de años». Nos
podemos imaginar la cara de perplejidad del geólogo. Pero ¿cómo
osó Rutherford afirmar tal cosa?
Desde el siglo xvrn se tenía la convicción de que el sistema
solar había tenido un origen en el tiempo -se hipotetizaba sobre
una nube de polvo a partir de la cual se originarían el Sol y los pla-
netas- . Se habían propuesto ingeniosos y variados métodos de
datación. Por ejemplo, se calculó que se requerían unos cien mi-
llones de años para explicar la concentración de sal en los mares
y océanos de la Tierra, basándose en los procesos de erosión. La
cifra barajada por el geólogo cuando fue interrogado por Ruther-
ford debió de basarse en ese método.
El físico y matemático británico William Thomson, lord Kelvin
(1824-1907), fue uno de los principales científicos que se esforza-
ron en dar respuesta a esta pregunta. En 1862 publicó un artículo
titulado «Sobre la edad de calor del Sol», en el que, basándose en
cálculos energéticos, llegaba a la conclusión de que su edad se en-
contraba entre los 24 y los 400 millones de años. Suponiendo que
el origen de la Tierra era roca fundida, se podía calcular el calor
emitido hasta alcanzar la situación actual. Lord Kelvin acotaba,
aunque erróneamente, la existencia de la TieITa. También hizo la
proyección de sus cálculos respecto al futuro, y sus conclusiones
no eran optimistas, dado que, según sus consideraciones, el Sol
tampoco podría seguir emitiendo tanta energía por mucho tiempo:
Respecto al futuro, debemos decir con la misma certeza que los
habitantes de la Tierra no podrán continuar disfrutando de la luz y
90 LA DESINTEGRACIÓN RADIACTIVA