Page 61 - 07 Schrödinger
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donde n es un número entero (3,  21,  102, etc.) que cumple n>2 y
      Res la constante de Rydberg, con valor R = 1,097 -10 m- • Al intro-
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      ducir en esta ecuación los valores de n: 3,  4,  5 y 6,  surgían como
      por ensalmo las A del hidrógeno: 656 nm, 486 nm, 434 nm y 410 nm.
          Ahora bien, Balmer había descifrado la estructura matemá-
      tica que se escondía detrás del baile de cifras espectrales, pero
      faltaba él aval de una imagen clara de cómo la materia intercam-
      biaba energía con la luz. La cuestión debía de rondar la cabeza de
      todos los espectroscopistas de la época, en particular, de uno afin-
      cado  en Copenhague,  de  nombre  Hans  Marius  Hansen.  De  la
      misma manera que su trabajo consistía en arrancar líneas cada vez
      más sutiles a todos los elementos conocidos, estaba convencido
      de que justificarlas incumbía a los físicos teóricos. Por eso, Han-
      sen le espetó al que tenía más próximo, el joven danés Niels Bohr:
      «¿Por qué no intentas explicar la fórmula de Balmer?». Sus pala-
      bras redundaron en horas de intensas cavilaciones por parte de
      Bohr y en un modelo del átomo que por fin proporcionaba algunas
      respuestas sobre cómo la materia emitía y absorbía luz.
          El desafío que había aceptado Bohr era de naturaleza muy
      distinta al que habían asumido Planck y Einstein. El danés se en-
      frentaba a la estructura de átomos aislados, puesto que la asam-
      blea de átomos en un gas se comporta como un coro que canta las
      mismas notas al unísono. Al estudiar su espectro, uno puede de-
      ducir la canción de cada individuo. El continuo intercambio de
      cuantos entre la luz y los osciladores que componen las paredes
      del horno recuerda más bien al caos nada armonioso de una mul-
      titud que comenta el concierto a la salida del auditorio.
          El punto de partida de Bohr fue el modelo de Rutherford: un
      átomo formado por un núcleo masivo,  donde se concentra la
      carga eléctrica positiva, equilibrada por la carga negativa de los
      electrones que orbitan a su alrededor. La analogía con el sistema
      solar era inevitable. El núcleo interpretaba el papel del Sol y los
      electrones, el de los planetas. De hecho, la fuerza atractiva de la
      gravedad  exhibía un  comportamiento  similar al  de  la fuerza
      atractiva eléctrica: ambas se debilitan con el cuadrado de la dis-
      tancia. Igual que la Luna no se precipita contra la Tierra gracias
      a su velocidad, que la deja suspendida en un movimiento de caída






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