Page 143 - 27 Leibniz
P. 143

puesto, igual que había desaparecido el de canciller cuatro años
        antes. Tan1bién solicitó la alcaldía de llfeld, uno de los cargos que
        también desempeñaba el antiguo vicecanciller. En 1709, dadas las
        continuas tensiones con el elector, llegó incluso a proponer a su
        amigo el duque Antonio Ulrico que lo tomara a su servicio.
            Cuando en 1 711  se coronó al nuevo emperador Carlos VI,
        Leibniz movió todos los hilos a su alcance para obtener el cargo de
        consejero privado imperial, que finalmente logró al año siguiente,
        aunque con la desagradable sorpresa de que era un puesto hono-
        rifico sin remuneración. Sin embargo, más adelante consiguió una
        cuota anual, que en algunos momentos desaparecía y entonces
        debía volver a insistir de nuevo para recobrarla.





        LAS OBRAS FILOSÓFICAS

        En el siglo XVIII Leibniz escribió sus obras más importantes, que
        reflejan la evolución de su filosofía desde sus primeros balbuceos
        juveniles. La primera referencia sería Teodicea:  Ensayos sobre
        la bondad de Dios,  la libertad del  hombre y  el origen del mal,
        obra publicada en dos volúmenes en 1710 como homenaje a Sofía
        Carlota, en la que recoge muchas de sus conversaciones con la
        reina en Charlottenburg e incluye referencias a las polémicas teo-
        lógicas de la época. Su fundamento es que vivimos en el mejor de
        los mundos posibles, y que la maldad del mundo no está reñida
        con la bondad divina. Hoy día la teodicea es una ran1a filosófica,
        también llamada teología natural, que pretende la demostración
        racional de la existencia de Dios. La Teodicea fue caricaturizada
        por Voltaire, admirador de Newton, en su obra Cándido.
            La Teodicea y el De combinatoria fueron las únicas obras filo-
        sóficas de Leibniz publicadas en vida del autor; las demás fueron
        póstumas. En 1686 escribió Discurso de metafísica, su primera
        gran obra filosófica,  en la que recogía todas sus ideas hasta el
        momento sobre Dios, el mundo y el hombre, relacionados entre
        sí. Ahí aparecían ya sus ideas de sustancias simples y compues-
        tas, que germinarían en las mónadas;  especialmente rechazaba






                                     NO SOLO DE  MATEMÁTICAS SE NUTRE EL GENIO   143
   138   139   140   141   142   143   144   145   146   147   148