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puesto, igual que había desaparecido el de canciller cuatro años
antes. Tan1bién solicitó la alcaldía de llfeld, uno de los cargos que
también desempeñaba el antiguo vicecanciller. En 1709, dadas las
continuas tensiones con el elector, llegó incluso a proponer a su
amigo el duque Antonio Ulrico que lo tomara a su servicio.
Cuando en 1 711 se coronó al nuevo emperador Carlos VI,
Leibniz movió todos los hilos a su alcance para obtener el cargo de
consejero privado imperial, que finalmente logró al año siguiente,
aunque con la desagradable sorpresa de que era un puesto hono-
rifico sin remuneración. Sin embargo, más adelante consiguió una
cuota anual, que en algunos momentos desaparecía y entonces
debía volver a insistir de nuevo para recobrarla.
LAS OBRAS FILOSÓFICAS
En el siglo XVIII Leibniz escribió sus obras más importantes, que
reflejan la evolución de su filosofía desde sus primeros balbuceos
juveniles. La primera referencia sería Teodicea: Ensayos sobre
la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal,
obra publicada en dos volúmenes en 1710 como homenaje a Sofía
Carlota, en la que recoge muchas de sus conversaciones con la
reina en Charlottenburg e incluye referencias a las polémicas teo-
lógicas de la época. Su fundamento es que vivimos en el mejor de
los mundos posibles, y que la maldad del mundo no está reñida
con la bondad divina. Hoy día la teodicea es una ran1a filosófica,
también llamada teología natural, que pretende la demostración
racional de la existencia de Dios. La Teodicea fue caricaturizada
por Voltaire, admirador de Newton, en su obra Cándido.
La Teodicea y el De combinatoria fueron las únicas obras filo-
sóficas de Leibniz publicadas en vida del autor; las demás fueron
póstumas. En 1686 escribió Discurso de metafísica, su primera
gran obra filosófica, en la que recogía todas sus ideas hasta el
momento sobre Dios, el mundo y el hombre, relacionados entre
sí. Ahí aparecían ya sus ideas de sustancias simples y compues-
tas, que germinarían en las mónadas; especialmente rechazaba
NO SOLO DE MATEMÁTICAS SE NUTRE EL GENIO 143