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ROBERT BOYLE
              Boyle (1627-1691)  fue un químico inglés
              que estudió las  transformaciones que la
              presión provocaba en  los gases. El  fruto
              de dichas investigaciones fue una ley que
              indica que el  volumen es  inversamente
              proporcional a  la  presión, descubierta
              también de forma independiente por el
              francés Edme Mariotte (1620-1684), por
              lo que hoy se conoce como ley de Boyle-
              Mariotte, estudiada en  la  enseñanza se-
              cundaria. En 1661 escribió El químico es-
              céptico, obra por la  que es considerado
              el  padre de la  química moderna. En  ella
              defiende que la materia está formada por
              grupos de átomos en movimiento, y que
              las colisiones entre ellos son las que dan
              lugar a los fenómenos que observamos. Realizó investigaciones sobre la pro-
              pagación del sonido, la densidad relativa, la refracción en cristales y descubrió
              la  intervención del oxígeno en la  combustión y  la  respiración.





                        Sin embargo, la figura de Aristóteles fue tan inmensa que el
                    atomismo fue casi desterrado del pensamiento griego; se mantuvo
                    gracias a Epicuro (341 a.C.-270 a.C.), cuya filosofía tuvo muchos
                    seguidores. Otro personaje de relevancia, el poeta romano Lucre-
                    cio,  del siglo I a.c., difundió el atomismo de forma didáctica en
                    su poema De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas).
                        Durante veinte siglos, las ideas de Aristóteles rigieron el pen-
                    samiento científico. La alquimia fue la disciplina que se dedicó al
                    estudio de la transformación de unos elementos en otros, bien
                    por la búsqueda de elementos concretos como el oro,  o  como
                    aplicación en la medicina, como hicieron Avicena (981-1037)  o
                    Paracelso (1493-1541). Pero sucedió un hecho curioso. Uno de los
                    primeros libros que se publicó tras la invención de la imprenta fue
                    precisan1ente el poema de Lucrecio, por lo que el atomismo volvió
                    a coger fuerza en toda Europa.






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