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EL PRECURSOR GEOLÓGICO
Leibniz demostró siempre un gran interés por el estudio de la
evolución de la Tierra y de las especies. En sus viajes siempre
se interesaba por las colecciones de curiosidades, donde podía
observar fósiles y restos minerales. Durante su estancia en Harz
visitó cuevas en las que encontró huesos y dientes de animales
prehistóricos. También recogió muchos ejemplares en sus viajes
por Alemania e Italia.
En Hanóver conoció a Steno, y también leyó a Kircher. Todos
estos conocimientos desembocaron en la elaboración de su obra
principal sobre el tema: Protogaea, escrita en 1691 y publicada en
1749; no obstante, en 1693 salió una referencia en Acta Erudito-
rum. También incluyó un resun1en sobre su teoría de la evolución
de la Tierra en Teodicea. Su idea era que el estudio histórico que
estaba llevando a cabo debería comenzar con una exposición geo-
gráfica y geológica En la obra hablaba de una nueva ciencia, que
él llama geografía natural, y que correspondería a nuestra actual
geología.
Protogaea es la primera obra que engloba buena parte de los
grandes temas geológicos: el origen del planeta Tierra, la forma-
ción del relieve, las causas de la mareas, de los estratos y de los
minerales, y el origen orgánico de los fósiles. Leibniz admite el ori-
gen ígneo del planeta y la existencia de un fuego central, tal como
defendía Descartes. Pero a diferencia de este, que indicaba que el
fuego era el causante de las transformaciones terrestres, Leibniz
también consideraba el agua como agente geológico.
En su opinión, las montañas eran debidas a erupciones an-
teriores al diluvio, provocado no solamente por las lluvias, sino
por la irrupción de aguas del subsuelo. Hablaba además del agua
y el viento como moldeadores del relieve y distinguía entre rocas
ígneas y sedimentarias.
Fue también uno de los pioneros de la teoría de la evolu-
ción, al considerar que el hecho de que los animales existentes
no fueran iguales a los fósiles encontrados era debido a que las
especies se habían transformado por las constantes revoluciones
geológicas.
NO SOLO DE MATEMÁTICAS SE NUTRE EL GENIO 149