Page 147 - 04 Max Planck
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Para los positivistas contemporáneos de Planck, estas cons-
tantes no tienen una validez universal, sino que son meras crea-
ciones del hombre. Nada hay de extraordinario en que se_cumplan,
ya que somos nosotros los que las prescribimos, y adaptamos las
cosas y los conceptos para que se verifiquen. Planck, por el con-
trario, sostenía que la ciencia se basa en una premisa fundamen-
tal: existe un mundo real independiente de nosotros.
Apoyándose en esta premisa, Planck dedicó una serie de
charlas y escritos de los años treinta y cuarenta a analizar más en
profundidad los fundamentos filosóficos de la ciencia de su
tiempo. Por aquellos años, la mecánica cuántica y, más en con-
creto, el principio de incertidumbre de Heisenberg y la interpreta-
ción probabilística de la realidad que de él se desprendía, habían
puesto en cuestión el determinismo consagrado por la física clá-
sica de Newton. Planck se alineó en cambio con aquellos que,
como Einstein, creían que esa interpretación era errónea. En su
sino que la forma externa que adopta la relación del hombre con Dios es tan
diversa como diversas son las razas y las culturas. En este sentido las religio-
nes sí son una creación humana, ya que las tradiciones y los rituales se han
ido construyendo y depurando a lo largo de la historia hasta su forma actual.
Pero usar esta evolución de los símbolos para despreciarlos es un error, ya
que los símbolos hay que entenderlos como un indicio, imperfecto e incom-
pleto, de algo superior. La cuestión fundamental: lexiste Dios solo en la men-
te humana y toda esa trascendencia se agota en la muerte? solo puede res-
ponderse con la fe.
El lugar de la ciencia
Finalmente, Planck se pregunta: les compatible la fe con la ciencia? Su res-
puesta es: «sí». Si la ciencia representa un conocimiento de Dios siempre in-
completo y en constante avance, la religión muestra Dios al hombre desde el
principio, en plenitud. La conclusión es que la religión y la ciencia tratan de lo
mismo: del conocimiento del ser supremo. Y Planck termina su disquisición
diciendo: «Religión y ciencia mantienen una batalla conjunta e incesante, una
cruzada que nunca se relaja, contra el escepticismo y contra el dogmatismo,
contra la incredulidad y contra la superstición».
CONSTANTES UNIVERSALES CONTRA LA INCERTIDUMBRE 147