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les aplicó una descarga eléctrica Y entonces aparecieron las líneas
                      espectrales del helio. Rutherford sabía entonces que una de las mis-
                      teriosas radiaciones eran partículas positivas de helio -el segundo
                      elemento de la tabla periódica- , su mismo núcleo atómico.
                          Ese mismo año de 1908 Rutherford recibió el premio Nobel
                      de Química. Y no sin disgusto, no tanto por el premio, sino por la
                      materia. Pero quizá el experimento más trascendente de Ruther-
                      ford tuvo lugar entre 1910 y 1911. Con ayuda de su alumno alemán
                      Hans Geiger - más conocido por haber sido el inventor del con-
                      tador de partículas de radiación que lleva su nombre-  disparó
                      átomos de helio ionizados - las partículas alfa- contra una fina
                     lámina de oro. Para su sorpresa, y la del resto del mundo, en las
                     placas fotográficas encontraron trazas de que algunas partículas
                     habían rebotado. Era algo semejante al efecto que produciría una
                     ráfaga de disparos contra un papel, con el resultado de que alguna
                     bala no había sido capaz de atravesarlo. La conclusión era que el
                     átomo estaba prácticamente vacío, pero había algo muy denso
                     -el núcleo- en la parte más interna.
                         En 1918 los historiadores acreditan también a Rutherford la
                     paternidad del «protón» («lo primero»), la subpartícula atómica
                     positiva, aunque su descubrimiento quizá se debería atribuir, al
                     menos parcialmente, al físico  alemán Eugene Goldstein (1850-
                     1930). Goldstein había realizado en 1886 un experimento similar
                     al de Thomson, pero con un cátodo perforado, detectando una
                     partícula de masa similar al átomo de hidrógeno pero con carga
                     positiva, a la que supuso entonces un mero ión.
                         Rutherford en su propio experimento bombardeó nitrógeno
                     con partículas alfa, observando restos de centelleo que no podían
                     provenir de otra parte sino del propio nitrógeno. Esta reacción
                     está considerada como la primera transmutación de la materia
                     realizada de forma artificial, a diferencia de la radiactividad natu-
                     ral. Podemos formularla modernan1ente como una reacción física
                     en la siguiente forma:




                     donde los superíndices indican la masa atómica. De izquierda a
                     derecha, un núcleo de helio (2 protones y 2 neutrones) interac-






          132        EL LEGADO DE DALTON. LA  EXPLOSIÓN ATÓMICA DEL SIGLO XX
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