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La descomposición en primos es siempre única y esta unicidad
                    le agrega una dimensión extra a la descomposición en sí, crea un
                    vínculo más fuerte entre los números y sus componentes primos,
                    una relación de exclusividad que hace que las propiedades de la
                    descomposición ( o «factorización») en primos sean más potentes.
                        Reine se preguntaba si existiría un vínculo similar entre una
                    onda periódica y sus ondas elementales. ¿Sería única esa descom-
                    posición, así corno es única la descomposición en primos? En la
                    década de 1860, Reine logró demostrar que para ciertos tipos de
                    ondas periódicas (por ejemplo, para aquellas que no tienen «sal-
                    tos» o discontinuidades), la descomposición en ondas elementa-
                    les es realmente única.  Sin embargo, no había encontrado una
                    demostración general que abarcara todas las situaciones posibles.
                    Entre otras cosas, no había podido demostrar la unicidad en el
                    caso de que en cada período la onda tuviera una cantidad infinita
                    ( en potencia) de saltos. De modo que cuando Cantor llegó a Halle
                    en 1870,  Reine le propuso que trabajara en esta pregunta:  ¿es
                    siempre única la descomposición de una onda periódica,  aun
                    cuando la cantidad de saltos en cada período pudiera crecer inde-
                    finidamente?
                        Cantor se abocó a estudiar el problema y en 1871 obtuvo una
                    primera respuesta: la descomposición de una onda periódica es
                    única, aun cuando la cantidad de saltos o discontinuidades crezca
                    ilimitadamente, siempre y cuando esos saltos estén distribuidos de
                    una determinada manera. Es decir, para que se garantizara la uni-
                    cidad, la forma en que los saltos iban apareciendo debía cumplir
                    ciertas condiciones específicas. Pero encontró algunas dificultades
                    a la hora de  expresar esos requisitos de una manera concreta,
                    exacta y elegante. Seguramente tenía una intuición muy precisa de
                    cuáles eran las particularidades que quería enunciar, pero se le
                    escapaba el modo de transmitirla en palabras claras y precisas.
                        Entre 1872 y 1873, muy gradualmente, Cantor se fue dando
                    cuenta de que explicar esas condiciones con claridad implicaba
                    considerar las discontinuidades de las ondas corno conjuntos in-
                    finitos  en acto.  Más aún, requería comparar entre sí diferentes
                    conjuntos infinitos,  de manera similar a  corno  doscientos cin-
                    cuenta años antes Galileo había comparado los números naturales





         28         LA CRISIS DE LOS FUNDAMENTOS
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