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conjunto vacío, que no tiene miembros, pero podemos dejarlo de
                     lado en nuestro análisis). Por ejemplo, el conjunto de los planetas
                     del sistema solar tiene, hasta donde sabemos,  ocho miembros:
                     Mercurio, Venus,  Tierra,  Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Nep-
                     tuno. El objeto «conjunto de los planetas del sistema solar» es un
                     ente abstracto, que vive solamente en nuestro pensamiento y que
                     reúne bajo una misma etiqueta a esos ocho planetas. Cada uno de
                     los miembros de ese conjunto, en cambio, es un planeta concreto,
                     no un ente abstracto. El conjunto de los planetas del sistema solar
                     no aparece listado entre sus propios miembros: el conjunto de los
                     planetas del sistema solar no es un miembro de sí mismo. Russell
                     expresaba esta misma idea de la siguiente manera: «un conjunto
                     formado por caballos no es un caballo» (podemos montar a ca-
                     ballo, pero no sobre un ente abstracto). Algunos conjuntos sí son
                     miembros de sí mismos. Pensemos, por ejemplo, en el conjunto de
                     todos los entes abstractos. Él mismo es un ente abstracto, y por lo
                     tanto, un miembro de sí mismo.
                         Regresemos ahora al axioma de comprensión. Asociado a la
                     propiedad «ser un conjunto que no es miembro de sí mismo» te-
                     nemos el conjunto R,  que está formado por todos los conjuntos
                     que no son miembros de sí mismos. Formulémonos la siguiente
                     pregunta:  ¿es R  elemento de  sí mismo? Si R  es miembro de sí
                     mismo, entonces cumple la propiedad que define aR. Por lo tanto,
                     R no es miembro de sí mismo. Esto es una contradicción. Pero si
                     R no es miembro de sí mismo, entonces no cumple la propiedad
                     que define a R.  Por lo tanto, si no cumple la propiedad, R  sí es
                     miembro de sí mismo. Tenemos otra contradicción.
                         Es decir, R no puede ser miembro de sí mismo, pero tampoco
                     puede dejar de serlo. Esto es una imposibilidad lógica. El conjunto
                     R (cuya existencia es habilitada por el axioma de comprensión)
                     no puede existir porque su existencia genera una contradicción
                     lógica. Así, el axioma de comprensión, que parecía tan inocente,
                     es en realidad autocontradictorio. Este descubrimiento se conoce
                     actualmente como la «paradoja de Russell».
                         El descubrimiento de que la teoría de conjuntos es contra-
                     dictoria desencadenó la crisis de los fundamentos. Si un axioma
                     en apariencia tan inocente como el de comprensión generaba una





          34         LA CRISIS DE LOS FUNDAMENTOS
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