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Supongamos, en otro ejemplo hipotético, que 101 fuera el có-
                      digo de un cierto enunciado Q.  Bajo esta suposición, el enunciado
                      « 1 O 1 es impar» se estaria refiriendo a Q y diría que «El código de Q
                      es impar». Ahora bien, imaginemos que buscamos a qué enunciado
                      corresponde el código 101 ( es decir, nos preguntamos quién es Q) y
                      que descubrimos que 101 es el número de Godel de «101 es impar».
                      En ese caso,  «101  es impar» estaría en realidad refiriéndose a sí
                      mismo y podría traducirse como «Mi código es un número impar».
                          ¿Es verosímil el ejemplo que acabamos de dar? ¿Es realmente
                      posible construir un enunciado que se refiera a su propio código?
                      La respuesta es sí. En su artículo, Godel expuso un método siste-
                      mático que permite escribir enunciados aritméticos que se refie-
                      ran a su propio código. Si Pes una propiedad aritmética cualquiera
                      (como «Ser un número par» o «Ser un número primo»), este mé-
                      todo, al que llamaremos método de autorref erencia, explica cómo
                      escribir un enunciado  que  puede traducirse  como  «Mi  código
                      cumple la propiedad P». La herramienta esencial de este método
                      es una función, que indicaremos como d(x), a la que Godel llamó
                      «función diagonal».
                         ¿Qué es una función? Una función es una regla que, mediante
                     un procedimiento específico, a cada número x le asigna otro nú-
                     mero, que puede ser igual o diferente a x, pero que es calculado
                     sin ambigüedad ( a un mismo x  no le pueden corresponder dos
                     números diferentes). Reglas de este estilo son, por ejemplo, «Mul-
                     tiplicar el número x por sí mismo» o «Sumarle 3 al número x». Al
                     número 2, por citar un ejemplo, la primera función le asigna el 4 y
                     la segunda, el 5.  En particular, nos interesan aquí las funciones
                     que, como las que acabamos de mencionar, pueden expresarse en
                     términos de sumas, productos y operaciones lógicas.
                         Las funciones proposicionales reciben ese nombre porque se
                     parecen a funciones, solo que no asignan números, sino proposi-
                     ciones. Por ejemplo, la función proposicional «x es par», le asigna
                     al 2, no otro número, sino la proposición «2 es par».
                         Ahora bien, en la escritura de las funciones proposicionales
                     podemos insertar funciones numéricas, siempre que estas sean
                     expresables en términos de sumas, productos y operaciones lógi-
                     cas. De este modo, podemos escribir «x + 3 es primo» o también






          78         EL PRIMER TEOREMA  DE GÓDEL
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