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más extraordinarios.  El álgebra,  en efecto, se convirtió en sus
                     manos en la forma de razonamiento matemático por excelencia.
                         Si bien la deuda matemática de Fermat con Vieta es evidente,
                     continúa siendo polémico hasta qué punto este influyó a Descar-
                     tes.  Algunos  historiadores piensan que  Descartes conocía las
                     obras de Vieta, como afirmó Beaugrand; otros creen que Descar-
                     tes, como él mismo afirmaba, llegó a sus resultados de forma in-
                     dependiente. Pero siendo un mejor sistematizador que Vieta, su
                     notación resultó ser mucho más clara -recuérdese que una bue-
                     na notación, en matemáticas, puede iluminar, mientras que una
                     notación oscura puede confundir el pensamiento- y su teoría de
                     ecuaciones era tan superior a la de Vieta que, en el lapso de una
                     generación, se impuso por completo, haciendo que el maestro de
                     Fermat cayera en el olvido. Alú donde Vieta usaba agotadoras ca-
                     suísticas muy a tono con su mente de abogado, Descartes aplicaba
                     su mente de filósofo para construir grandes sistemas.
                        A pesar de sus intuiciones revolucionarias, Vieta seguía atado
                     al pasado en algunos aspectos. Para él, una incógnita elevada al
                     cuadrado tenía un significado muy específico: es un cuadrado real,
                     geométrico, un área. Lo mismo una incógnita elevada al cubo: es
                    un cubo, un volun1en. Y a pesar de que era capaz de in1aginar po-
                    tencias superiores (cuárticas, quínticas), que no tenían un signifi-
                     cado geométrico  evidente,  no  logró  dar un paso fundamental:
                    pensar que un polinomio podía ser no homogéneo, es decir, que
                                                                        2
                    sus términos podían tener potencias distintas:  ax3 + bx +ex= d.
                    Para él, esto era como sumar peras con manzanas, una línea con
                    un cubo, un cuadrado con un punto. No tiene sentido geométlico.
                    Esto le llevó a formular una ley de homogeneidad: los polinomios
                     deben ser sumas de monomios del mismo grado.  Cuadrados con
                     cuadrados, cubos con cubos.
                        Evidentemente, Vieta tenía todo el peso del pasado griego en
                    sus hombros, en el que los números no tenían dimensión pero las
                    figuras geométricas sí. Combinar an1bos no tenía sentido. Para los
                    griegos era inevitable que el concepto de din1ensión estuviera aso-
                    ciado con la niultiplicación de elementos geométricos: dos líneas
                    multiplicadas dan un rectángulo y un rectángulo por una tercera
                    línea da un paralelepípedo.





         100        LA GEOMETRÍA  ANALÍTICA
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